Autor: Manuel Marfán
Fuente: La Tercera

¿Los problemas de la Iglesia se resuelven en la Iglesia? Esa era la norma de la Iglesia Católica hasta no hace mucho. La acumulación de denuncias de abusos deshonestos mostró que se trataba de una práctica reiterada y habitual en varios casos. Sólo con Ratzinger cambió la idea que la justicia de este mundo también debe aplicarse a los crímenes cometidos por sacerdotes.

¿Los problemas del fútbol se resuelven en el fútbol? También la FIFA tenía una doctrina similar, que incluso amenazaba con la desafiliación si se recurría a los tribunales nacionales para resolver controversias del fútbol.

¿Los problemas de la política se resuelven en la política? La crisis de la Iglesia, la del fútbol y la de la política tienen varias cosas en común, y sólo comentaremos algunas.

La primera idea se puede asociar a las malas prácticas de mercado. Según Adam Smith, la mano invisible del mercado permite una buena asignación de recursos, un buen sistema de precios y, al final, mejor bienestar. Según Arthur Okun, la mano invisible podrá ser conveniente, pero el apretón de manos invisible atenta en contra de la lógica de la sana competencia. De manera análoga, en los tres casos mencionados los apretones de manos invisibles “en la interna” los tienen hoy enfrentados al descrédito y deslegitimación de la sociedad.

La segunda idea tiene que ver con el nuevo papel que juegan las redes sociales. Las malas prácticas fueron lo habitual por décadas. Las redes sociales han irrumpido en la vida cotidiana con sus virtudes y defectos de manera análoga a como lo hizo la imprenta hace siglos atrás: existe más vigilancia y posibilidades de expresión, más allá de lo que permitía la libertad de prensa, para denunciar las malas prácticas del “establishment” (a veces, es justo decirlo, de manera infundada).

El antídoto para la crisis de la Iglesia, el fútbol y la política es elevar los estándares de transparencia. ¿Hasta dónde llegar? Hay eventos que requieren de confidencialidad y sería dañino denegársela (como, por ejemplo, una eventual discusión interna del Banco Central respecto de intervenir o no el mercado cambiario). Pero el quid pro quo habitual en la política (yo te apoyo si tú me apoyas o, más en chileno, “poner fichas”) tiene un conflicto de interés intrínseco que hoy la ciudadanía castiga.

Sólo el tiempo dirá qué saldrá de estas crisis, pero el escenario más probable es que deberían emerger instituciones más sólidas y creíbles.

Para finalizar, dejo dos ideas para manejar la crisis de la política ahora que se aproximan las elecciones municipales: una a favor de los políticos y otra en contra. Primero, la nueva ley de partidos les exige mayor transparencia y, como contrapartida, aumenta el financiamiento público. Los partidos que no cumplan la ley respecto de las exigencias de transparencia no deberían beneficiarse del financiamiento de campañas hasta que se regularicen. 

Segundo, existe un cúmulo de causas legales vinculadas a políticos que están en etapa de investigación. Aquellas que afectan a potenciales candidatos a alcalde o concejal deben acelerarse de manera de estar cerradas antes del inicio del período de campaña.

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