Autor: José Pablo Arellano
Fuente: El Mercurio

Chile es uno de los 8 latinoamericanos que participa en la medición desde el primer estudio realizado el año 2000, lo que aporta datos relevantes para el análisis.

El principal beneficio de estudios como PISA es que podemos aprender de las prácticas y políticas educacionales más efectivas y los factores asociados a los buenos resultados en las competencias medidas, que son clave hoy en día. Asimismo, estas mediciones constituyen una oportunidad para profundizar en el conocimiento de nuestro sistema educacional, comparando con otros países. 
Ciertamente es imposible abordar en estas líneas la totalidad de los valiosos antecedentes del estudio, pero algunos aspectos merecen ser destacados. 

En primer término, la buena noticia es que los resultados de los estudiantes chilenos, en las tres áreas evaluadas, muestran avances desde años anteriores y son los mejores de América Latina. Así, la medición de la OECD muestra que el progreso de nuestros estudiantes es significativo. 
No obstante lo anterior, Chile aún está bajo el promedio de la OECD y muy atrás de los líderes (Shanghái, Singapur, Hong-Kong, Corea, Japón). Lo que es más preocupante y plantea el desafío de mayor urgencia es que un tercio de nuestros estudiantes en lectura y ciencias, y la mitad en matemáticas, no alcanza el nivel de competencias mínimas. Ello implica que no cuentan con el nivel básico para participar satisfactoriamente en una sociedad moderna al obtener resultados bajo el nivel 2 en las pruebas. A modo de ejemplo, el 33% de los alumnos evaluados estaba bajo el nivel 2 en lectura, muy inferior al 48% observado en el 2000. Lo que se compara con el conjunto de países de la OECD que mantiene prácticamente constante un 18 % de alumnos bajo ese corte y países como Argentina que empeora pasando de 44% a 54 % de evaluados en esa situación.

Una primera conclusión es que un sistema escolar que está mejorando – como en nuestro caso – no hay que refundarlo como plantean algunos sino que conviene estudiar atentamente estos resultados para identificar cómo mantener y acelerar el avance.

Es útil para un adecuado diagnostico examinar lo que sucede con los alumnos con mejor desempeño. Entre nuestros jóvenes de 15 años, menos de un 2% está en el segmento de alto desempeño (niveles 5 y 6). Esa proporción no solo no mejora – a diferencia de los alumnos de menores rendimientos – sino que dista notablemente del 13% de estudiantes que logra ubicarse en el rango de alto desempeño en matemáticas, en el conjunto de la OECD. Esto es más dramático si consideramos la proporción de alto desempeño en Shanghái (55%), Singapur (40%), Hong-Kong (34%), Corea (31%) o Japón (24%). 
Por una parte, Chile está entre los países con mejor asistencia, a lo cual contribuye que la subvención educacional se paga por asistencia a clases, pero por otra, se evidencia baja puntualidad
A la luz de los datos indicados, los colegios chilenos con alto desempeño así como los alumnos con mejores notas y puntajes PSU, deberían estar conscientes de que sus resultados no son muy buenos si se miran en el contexto internacional. Así, hay poco espacio para la complacencia y mucho por mejorar, incluyendo la educación pagada y al 10% de alumnos con mejores puntajes en el país.

Cabe señalar que a nivel escolar en Chile la inversión por alumno en la educación subvencionada, en proporción al ingreso per cápita, es baja respecto de los países de la OECD. En efecto, invertimos en los primeros 9 años del ciclo escolar un 25% menos que el promedio de la OECD, según los datos de la organización. En consecuencia, se requiere seguir elevando la subvención escolar, priorizando a los alumnos más vulnerables, de modo de continuar reduciendo esta brecha. 

Junto con lo anterior, es prioritario dar mayor importancia a la formación docente, la que deja bastante que desear. Si no lo hacemos, los actuales déficits en la selección y formación inicial de los profesores tendrán consecuencias muy negativas sobre la calidad educativa durante los próximos 30 años.

Hay dos aspectos de la vida diaria en la escuela de los que PISA entrega información que hay que considerar: la asistencia a clases y la puntualidad. Por una parte, Chile está entre los países con mejor asistencia, a lo cual contribuye que la subvención educacional se paga por asistencia a clases, pero por otra, se evidencia baja puntualidad. Ambas conductas están estrechamente relacionadas, de acuerdo al estudio PISA, con los aprendizajes de los alumnos. En esta línea, mayor motivación y disciplina contribuirían a seguir mejorando en asistencia y a corregir la impuntualidad. Se trata de prácticas que no requieren grandes reformas sino del trabajo cotidiano de docentes y directivos, en las cuales se puede avanzar desde el primer día de clases. 

Por último, un comentario sobre el alcance de estudios como PISA en la misión educacional. Por un lado, aportan antecedentes claves para evaluar resultados en competencias críticas para “aprender a hacer” y “aprender a aprender”. Por otro lado, poco dicen de otras dos dimensiones, tanto o más importantes en el proceso formativo, como son el “aprender a ser” y el “aprender a compartir”. En este sentido y como los educadores saben, el poner énfasis en mejorar las competencias que mide esta prueba no tiene por qué ser contrario al desarrollo de otras dimensiones necesarias en una formación integral.

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