En entrevista con el diario La Tercera, el director de proyectos de Cieplan, Patricio Meller, plantea que en Chile se generó una inequidad estructural, porque el mercado entró en dos sectores clave: la salud y la educación.

Aún impresionado con su más reciente viaje a China está Patricio Meller. En plena disputa del proceso de reformas impulsado por el gobierno actual, el presidente de la Fundación Chile, investigador de Cieplan y académico de Ingeniería Industrial de la Universidad de Chile, salió del país rumbo al gigante asiático para descubrir in situ las razones de su explosivo crecimiento. Más allá de sus letras iniciales ¿Qué hizo la diferencia entre China y Chile? ¿Por qué el país oriental logró incrementar su ingreso per cápita dejando atrás a los demás? Para Meller, la respuesta está en la innovación. 

Como líder del Consejo Trabajo y Equidad que convocó la Presidenta Bachelet en su gobierno anterior. ¿Cómo ha visto la discusión por las reformas, en especial la tributaria?

La reforma es para generar más recursos para la educación. Estamos en la región más inequitativa del mundo, por lo que todo lo que se haga para tratar de reducir la desigualdad es poco. Antes, el mecanismo principal venía del gasto social, que no logró reducir la desigualdad. Por eso todos los países utilizan el gasto social y la tributación progresiva. Adicionalmente, para que haya movilidad social hay que invertir en capital humano. 

Pensando en eso como objetivo. ¿Las propuestas que ha presentado el Ejecutivo están bien aspectadas?

La idea de fondo en la reforma educacional es que la educación pública debe ser de calidad comparable a la privada, para que los padres duden al momento de elegir el establecimiento al que asistirán sus hijos. Eso es lo que pasa en la mayoría de los países desarrollados, donde el grueso de la educación pública es de calidad y gratuita. En Chile se generó una inequidad estructural, porque el mercado entró en dos sectores clave: la salud y la educación. El cambio de fondo es cómo sacar del disco duro de la gente y, particularmente de los economistas clásicos, que está bien usar el mercado en la salud y en la educación. Me parece increíble que los padres quieran financiamiento compartido, porque creen que si pagan van a tener educación de mejor calidad. ¿Qué pasa si se les prueba que la educación de buena calidad se les da sin que paguen? El 95% de la educación en los países desarrollados es pública y de alta calidad, los resultados están en las pruebas internacionales. ¿Queremos un país segregado, con un montón de clubes? En el caso extremo se va a formar el club de las personas individuales o mall. Los mall son un club con personas que no pertenecen a ningún club. Es una decisión que tenemos que ver. Qué sociedad queremos tener: cohesionada o disgregada y polarizada. 

¿Se debería ir más allá y abrir un debate en torno al modelo? 

Nadie puede estar en contra del progreso, de que este país se transforme en país desarrollado. Pero la lógica de la economía que hemos estudiado es la del equilibrio, un enfoque pro statu quo. El enfoque de la innovación es anti statu quo, innovar implica cambiar, moverse, pasar a un estado mejor. Hacia allá deberemos apuntar.

¿Qué se debe entender por innovación?

Aquí todo el mundo habla de innovación, como si fuera cualquier cosa. Se ha ninguneado el concepto. En cambio en China y en otros países asiáticos se siente en el aire. Tiene que ver con lo tecnológico, con qué hace crecer a un país. La gran ventaja de los países subdesarrollados es que no tienen que desarrollar tecnología moderna, porque ya lo hacen los desarrollados (…). Pero nuestras empresas importan la maquinaria como si fuera una caja negra con enchufe. El empresario está preocupado de dónde enchufarla y de que funcione. En cambio, a los asiáticos les llega la caja, la abren, la estudian, la desarman y después la rearman. Aprenden a armar maquinaria, a hacer tecnología (…). Cuando al asiático le llega un producto nuevo, lo estudia y replica igual que el original. La única ventaja es el menor costo. En la segunda etapa, no sólo bajan costos, sino que mejoran la calidad. En la tercera etapa hacen la innovación. ¿Usted no ve eso acá? ¿Cuál es el futuro acá? ¿Cuán largo es el largo plazo? ¿Alguien piensa más allá de la próxima elección? No. 

¿Tiene que ver con la mentalidad más que con las condiciones? 

Es una mezcla. Allá hay una decisión país, de ir en una determinada dirección. Aquí no hay una estrategia de desarrollo. Lo único que se dice es que cuando lleguemos a los US$ 25 mil per cápita, seremos un país desarrollado. Estamos ad portas de transformarnos en un país desarrollado según los números, pero no se trata únicamente de una cuestión aritmética. Si llegáramos a tener los US$ 25 mil per cápita con lo mismo que producimos hoy, ¿seríamos desarrollados? Estamos un poquito lejos de ser un país desarrollado. La característica de los países desarrollados es que tienen una visión de largo plazo que articulan. Arman una estrategia de desarrollo, entre el sector público y privado, para cumplir el objetivo que se han planteado. Eso no ocurre acá. 

Pero los dos últimos gobiernos crearon agendas que responden a esos principios de cooperación…

Se pueden hacer muchas cosas para ganar titulares y fotos, sin definir una estrategia de desarrollo. No hay una visión de país que apunte hacia dónde queremos ir. Cómo queremos que Chile se inserte en la economía mundial global ultra competitiva. Falta una visión más amplia y completa.

Entonces, ¿propuestas como la Agenda de Productividad, Innovación y Crecimiento son insuficientes?

No basta la discusión; importa el aterrizaje. Lo primero es definir la hoja de ruta para ver hacia dónde va el país. Segundo, es saber qué hacen los países desarrollados o qué hicieron los países subdesarrollados para llegar al desarrollo. 

¿El país se ha quedado en “la pelea chica”?

Nos hemos quedado en el marketing, como el año de la innovación. Fue un montón de fuegos artificiales. A todos nos gustan, pero ¿cuánto duran? 30 segundos. La ley de innovación y desarrollo, por ejemplo. Fue importante para que hayan incentivos a las empresas que innovan, pero requiere que las empresas lo hagan. En la innovación tiene que haber una política permanente. Hay que hacer cosas nuevas y distintas de las que hace el resto. El que no está metido con la tecnología moderna y con la innovación va a quedar fuera del mundo que viene. Tiene que haber mecanismos para hacer esas transferencias tecnológicas

Fuente: La Tercera

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