Autor: Manuel Marfán
Fuente: La Tercera

El cuento “Él no ha claudicado”, de Benedetti, se trata de dos hermanos que se odian porque cada uno cree que el otro se quedó con lo más preciado de su madre: las joyas. Después de muchos años sin hablarse y en su lecho de muerte, el hermano 1 se entera de que las joyas las tenía una tercera persona. Arrepentido y moribundo, le pide perdón al hermano 2, le entrega las joyas de la madre, y le implora que se reconcilie y que conviva con su familia. El hermano 2, después de sacudirse de la sorpresa inicial y antes de abrir el paquete con las preciadas joyas, reflexiona que ha construido toda su vida alimentando el odio hacia su hermano. Que ese odio es el que la ha dado fuerzas para levantarse cada mañana, y que no va a claudicar de él.

Natalie Portman, flamante ganadora del Premio Génesis (el Nobel judío), señaló esta semana que “he decidido no asistir porque no quiero que parezca que apoyo a Netanyahu, que iba a pronunciar un discurso en la ceremonia”. Netanyahu, actual Primer Ministro de Israel, ha hecho noticia recientemente por los muertos civiles en la represión con armas de fuego de una protesta pública.

Su carrera como un halcón de la política se retroalimenta con la de los halcones de la causa palestina.
La estrategia del “ojo por ojo, diente por diente” de ambos bandos data de hace más de 3.000 años. Las atrocidades de cada uno se justifican por las atrocidades del otro (“si no te gustan mis atrocidades, estás de acuerdo con las del enemigo”). La protesta de Portman parece apuntar al rechazo a las atrocidades, aunque sean propias. Esa protesta se parece más a la actitud del hermano 1 del cuento de Benedetti que, a pesar del pasado, mira más hacia la convivencia. Netanyahu y sus partidarios, en tanto, “no han claudicado”. Como el hermano 2.

Esta semana también tuvo lugar la “Cumbre de las Dos Coreas”. ¿Será como la reunión de los hermanos 1 y 2? Esa división fue una consecuencia de la Guerra Fría, y data de hace casi 80 años. Todos los que participaron en la Cumbre crecieron con temor al hermano. Es mi deseo y mi esperanza que en las conversaciones no imperen grupos revanchistas.

El sueño de una Corea próspera y unida, hasta hace poco imposible, parece más cercano.

En estos días también vimos el incidente que provocó el diputado Urrutia en la Cámara. Odio puro y simple. Y, además, inútil. Como el del hermano 2. ¿Y a cuál hermano se parece la reacción de la diputada Jiles?

Es cierto que la rivalidad de los hermanos en el cuento surgió de un malentendido, a diferencia de los conflictos detrás de las noticias comentadas. Pero la actitud diferente de los dos hermanos está presente en todos los casos. Está la de los que no claudican en revivir una y otra vez el pasado para las energías del presente. Está también la de los que conocen el pasado pero que sus energías surgen de intentar construir un futuro donde la convivencia es posible. Incluso en el lecho de muerte, como el hermano 1.

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