Manuel Marfán, exvicepresidente del Banco Central
Para Economía y Negocios de El Mercurio, Mayo 2020


«Es un buen momento para pensar en el Chile que queremos ser después de la pandemia» plantea Manuel Marfán, exvicepresidente del Banco Central, lugar desde donde atravesó la crisis subprime, al ser consejero entre 2003 y 2013.

El también exministro de Hacienda del gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle y actual director del programa Cieplan-UTalca, aborda el Chile que se generó post estalldo social y cómo enfrentar el coronavirus podría cambiar el eje de las políticas públicas en el mediano y largo plazo. «No alcanza para todo, y no se pueden hacer las cosas de a una, hay que pensar en el conjunto», plantea. «No está para nada claro cuál es la normalidad a la que vamos a volver. Lo que está implícito en el Informe de Política Monetaria es que volveríamos a una normalidad preoctubre del año pasado. Yo tengo la impresión de que volver a esa realidad es imposible, lo más probable es que volvamos a la normalidad posoctubre«, agrega.

En esta entrevista hace hincapié varia veces en el desarme de los programas de ayuda dirigidos a personas, empresas y deudores producto del coronavirus, una vez superada la crisis inicial. «Hay que desarmarlas, para poner el foco luego en reactivar la economía, y especialmente tener políticas para la creación de empleos. Si hay gente que quiere seguir protegiendo los ingresos, y al mismo tiempo hacer esas otras políticas, y al mismo tiempo abordar la agencia social, bueno, el populismo existe, pero eso es algo de lo que los economistas no nos podemos hacer cargo. Sí podemos señalar que uno tiene que pririzar y en este momento debe ser paliar los costos de las medidas de contención por el coronavirus, luego la prioridad va a ser reactivar y crear empleos en el corto plazo», analiza.

Manuel Marfán

En particular sobre la clase media, un grupo que Marfán lleva años analizando, dice que «en el posoctubre se combinó la violencia como una forma de expresión política y también un malestar muy generalizado en el principal grupo social que existe en Chrile, que es la clase media. Ese malestar de la clase media ha pasado en otros países, que han logrado reducir la pobreza y la miseria y transforma a la clase media en el grupo mayoritario, pero que es vulnerable y precario, en el sentido de que tiene la necesidad de seguir generando ingresos, porque si no hace, vuelven a la pobreza».

Por lo mismo, apunta, es esta clase media la que busca tener una seguridad mínima en el caso de tener hijos en la educación, enfrentar problemas graves de salud, perder el trabajo o jubilarse. «Si les falla alguno de esos pilares, vuelven muy rápido a la pobreza. La velocidad a la que se transita hacia el mejoramiento de las condiciones de la clase media está dada por la tasa de crecimiento del país, porque es la que permite aportar financiamiento, y el crecimiento por sí solo tiende a reducir la vulnerabilidad de la clase media. No podemos hacer todo ya, pero vamos a iniciar un camino serio en esta dirección desde ahora. Y tenemos como necesidad que el crecimiento económico no sea un fin en sí mismo, sino que sea un medio».

¿Qué le han parecido las medidas del Gobierno para enfrentar el coronavirus?
«Sin ser experto en pandemias, he visto que la gestión del ministro Jaime Mañalich ha sido correcta, y tiene el carácter para tomar las decisiones que haya que tomar.
Sobre Piñera, él es un buen administrado para los problemas de corto plazo. Lo hizo bien con los mineros, por ejemplo. Lo que nunca han tenido los gobiernos de Piñera, y yo creo que ni el Presidente lo tiene, es el sentido de la urgencia de una estrategia de mediano y largo plazo. Ahora, toda reflexión que se haga sobre el país que queremos, dudo que se pueda hacer en este mismo gobierno y ya hay que pensar en el siguiente».

¿Con el cambio de gabinete que hubo post estallido social, hay una oportunidad de hacer esa reflexión con los nuevos ministros?
«Tengo la mejor opinión de Ignacio Briones y de Gonzalo Blumel. El problema es el jefe».

¿Las medidas económicas anunciadas le parecen correctas, suficientes?
«Ha habido mucha audacia, pero el problema es gigante, así que nunca va a ser suficiente. El grueso de las medidas que ha tomado el Gobierno son disposiciones que serán fácil de echar para atrás, excepto aquellas que van directamente a suplementar ingresos, a esas les tengo un poco más de susto porque son como la morfina: la usas en ciertas enfermedades, pero ¿qué pasa cuando se sanó el enfermo y sigue pidiendo morfina?».

«El estado tiene las espaldas financieras para tener un déficit alto por una vez, porque la deuda pública sube un escalón, pero no puede ser una escalera mecánica donde la deuda sigue subiendo».

¿Queda espacio fiscal para seguir comprando esa morfina?
«El Estado de Chile tiene las espaldas financieras para poder tener un déficit alto por una vez, porque la deuda pública sube un escalón alto una vez, pero no puede ser una escalera mecánica donde la deuda sigue subiendo. Si las medidas que son transitorias las transformas en permanentes, es subirse a esta escalera mecánica, y eso puede generar una crisis fiscal. Pasada esta crisis inmediata, al Gobierno debe quedarle espacio fiscal para hacer políticas reactivadoras y de creación de empleo. Entonces, si te gastas todo ahora, la única forma es ir desmantelando las medidas para pasar a la siguiente etapa. Y si a eso le sumas que tienes que abordar una agencia social, que no es que desapareciera, sino que tienes que abordarla, y ya te gastaste todas las municiones en esto…».

Entonces no hay que tirar la casa por la ventana, como dice el exministro Andrés Velasco
«No. Algo de eso hay, en el momento que estás endeudando para pasar esta crisis, pero hay que entender que eso necesariamente tiene que ser transitorio. Si pasa a ser permanente, tiene que discutirse en una ley aparte, y allí se verá si vamos a mantener este suplemento de ingresos a cambio de suspender la gratuidad de las universidades o de tener un peor sistema de pensiones, por ejemplo. Cuando resuelves los temas de a uno, entonces pierdes el sentido de conjunto de las cosas.
Y yo no sé si el Presidente va a querer gastar capital político para desmantelar las medidas transitorias, para hacer medidas reactivadoras. No gastó capital político para restaurar el orden público post estallido social».

En ese mismo juego, ¿el rol de la oposición ha estado a la altura? Porque han sido ellos los que en el Congreso han pedido aumentar los bonos y las transferencias directas…
«Hasta ahora, el Congreso ha estado despachando todos los proyectos que ha enviado al Ejecutivo. Lo que no se puede evitar es que estos se discutan, eso forma parte de la lógica de la política. Por primera vez esta semana hubo un rechazo (al ingreso familiar de emergencia), pero aún no ha terminado el trámite. Creo ue, a tropezanos, la clase política no ha sido un defecto».

¿Pero qué le han parecido ideas de parlamentarios como estatizar los fondos de pensiones o congelar las deudas bancarias de todos los chilenos, sin focalizar?
«Lo de los fondos de pensiones es suponer que el fisco es un barril sin fondo. Yo tengo la peor opinión de ese tipo de ideas, porque son improvisadas. Lo opuesto a tener un estrategia es improvisar, y con los temas de a uno, sin tener una visión de conjunto. Es todo lo opuesto a lo que este país necesita, y que los países exitosos hicieron en su momento para dar un salto».

En esta visión de estrategia de largo plazo, ¿escribir una nueva Constitución es la respuesta?
«Nunca ha sido la respuesta. No creo que la Constitución vaya a cambiar mucho las cosas, pero puede ser una oportunidad. La Constitución más bien lo que establece son las limitaciones al poder. Yo votaría por el Apruebo porque creo que hay cosas que sí se pueden mejorar, pero lo que no me gusta de esa discusión es que todos los proyectos de ley se discuten con un informe financiero respecto a cuánto cuesta, con la excepción de uno: la Constitución.
La Constitución se va a cambiar solamente en aquellas cosas que se aprueben con dos tercios de los delegados. Esa es una defensa suficiente para resolver debates que son muy de fondo, como los derechos de propiedad. No va a haber dos tercios que estén a favor de expropiar los fondos de pensiones, para poner ese ejemplo. Me parece que eso es una buena defensa para evitar locuras».

¿Hay que mantener el plebiscito para octubre, tanto por el coronavirus como por la reactivación y la cuota de incertidumbre que le pone el proceso?
«El supuesto de Fondo Monetario y del Banco Central es que el peor momento del coronavirus es ahora en el segundo trimestre y que la reactivación comienza en el tercer trimestre. Yo creo que no va a ser así, y que en octubre todavía vamos a tener este problema. Insisto, sabemos muy poco del coronavirus todavía, y creo que en octubre no va a ser posible realizar el plebiscito. Y si eso fuera así, es importante que por ley se suspenda con la debida anticipación, pero hoy es demasiado anticipado para decidir.
Para construir el futuro uno necesita más certezas que incertidumbres y tener una discusión constitucional que sea muy larga genera incertidumbre. Yo pensaría en acortar los plazos».

«La velocidad a la que se transita hacia el mejoramiento de las condiciones de la clase media está dada por la tasa de crecimiento del país».

Con el coronavirus también hay que volver a priorizarlo todo. ¿Qué pasa con las demandas sociales, se discuten después de reactivar la economía?
«Lo más probable es que volvamos a una normalidad en donde se va a volver a manifestar el descontexto mayoritario y donde grupos vilentistas van a querer encender chispas para que se incendie la pradera. Por eso creo que ahora es el momento de pensar es una estrategia, y parte sustancial es tener una visión clarísima de cómo abordar esta insatisfacción de esta clase media. Y no hay soluciones rápidad, pero lo que tiene que haber es una promesa creíble de que se van a abordar».

¿Qué le parece la repartición de dividendos de Cencosud, a pesar de haberse acogido a la Ley de Protección del Empleo?
«Eso es típico del capitalismo salvaje, eso de mirarse al ombligo, es una forma de operar muy antigua, de sacar provecho de todo y de donde pueda. El mundo hace rato que transitó hacia el capitalismo colaborativo, donde se valoran, en serio, las cadenas de valor, y los trabajadores son una parte imprescindible. Ojlá esa forma de ser empresario lo dejamos atrás»

«Si hay empresas grandes que son viables en el mediano y largo plazo, es legítimo que el Estado intervanga y ayude»

¿Que se hayan retractato del uso de la ley, le parece correcto?
«Me parece bien que cuando alguien hace algo que es pésimo, se retracte. Con eso no quiero generalizar a todas las empresas, pero episodios como este le hacen un daño tremendo a la reputación de todo el sector privado»

¿Este episodio quita el piso político para que el Estado ayude a las grandes empresas?
«No creo, pero eso sí, la ayuda a las grandes empresas debe hacerse a plena luz del día»

¿Qué significa eso?
«Que tiene que ser una solución muy transparente. Por ejemplo, en todos los países donde existen líneas aéreas, están con muchos problemas, y eso significará que probablemente el Estado tenga que colocar recursos y ver cómo las empresas devuelven. O si tiene que haber un componente de subsidio, el Estado debe tener una espada de Damocles sobre la empresa, y lo que no se devuelve se pasa en acciones.
Si hay empresas grandes que son viables en el mediano y largo plazo, pero que tienen un problema coyuntural a propósito del coronavirus, entonces es legítimo que el Estado intervenga y ayude. Pero esa ayuda a la empresa la tiene que devolver después.»

¿Comparte la idea de parlamentarios de bloquear la entrega de dividendos a empresas que se acojan a la protección del empleo o cree que es un desincentivo para usar la ley?
«Esta ley es una norma general, que queda disponible para todos, y cuando hay leyes para todos, hay oportunistas que la toman sin tener la necesidad de hacerlo. Me parece que si tiene recursos para pagar dividendos, entonces es incompatible con agogerse a la ley de Protección del Empleo».

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