Autor: Manuel Marfán
Fuente: La Tercera

Juan vuelve a Santiago con su familia, y sucede lo siguiente en la carretera: a) Una congestión colosal detiene el auto de Juan; b) una 4×4 gigante adelanta por la berma; c) otros pocos vehículos siguen ese mal ejemplo; d) la berma se transforma en una nueva pista, y es la única que avanza; e) Juan se incorpora a la berma; f) su hijo menor protesta (“Eso no se hace Papá”) y Juan responde un contundente “todos lo hacen”.

La sucesión de estados de ánimo, en tanto, son a) resignación; b) molestia; c) indignación; d) Juan se siente tonto e ingenuo; e) Juan se siente audaz; f) Juan, molesto, intenta negociar atenuantes con su conciencia.

El cuento anterior ilustra un aspecto de la interacción social y del comportamiento de masas. Se trata de la evolución de sucesos donde existe un comportamiento que a) parte de a poco, b) aumenta levemente al inicio pero a tasa creciente y c) alcanza un punto llamado masa crítica. La masa crítica define el umbral a partir del cual la mayor parte de la población específica se avalancha hacia ese comportamiento. Ejemplos perversos hay varios. La elusión de impuestos a la renta en las empresas chilenas tuvo esa dinámica en los últimos 10 años, hasta desprestigiar políticamente el sistema. Así como la solución al cuento de Juan no es derogar las bermas, la solución en lo tributario no era eliminar los incentivos al ahorro de las empresas. En ambos casos se requería una acción pública para detener esos procesos al inicio.

El financiamiento de las campañas políticas también tuvo una dinámica de masa crítica, así como el uso y abuso de paraísos fiscales por las empresas transnacionales. Lo particular de estos dos casos es que se dieron al amparo de la opacidad. En una sociedad que demanda mayor transparencia, el develamiento público causó escándalo y repuestas como la de Juan: “todos lo hicieron”. Si no fue posible contener esas prácticas oportunamente, ¿qué hacer cuando “todos lo hacen”? ¿Condenarlos a todos? ¿Absolverlos a todos?

Más allá de la lógica jurídica, los fenómenos de masa crítica también tienen una lógica más técnica. Los instigadores de estos fenómenos (la 4×4) claramente merecen el castigo de la ley y algo más. Los “winners” que se suman y abusan desproporcionadamente de lo que todos hacen también, como los que recibieron dineros políticos desusadamente grandes de un solo aportante, o los que hicieron de ese financiamiento una práctica habitual. Los que formaron parte de la masa sin comportamientos excesivos, deben recibir una sanción moral y, en lo posible, quedar registrados (perdón sin olvido).

La masa crítica también ayuda a explicar casos más benévolos. Un caso emblemático fue el de la “Campaña por el No” del plebiscito de 1988, que se diseñó con el propósito explícito de generar un proceso de masa crítica en la inscripción electoral de entonces. Hay liderazgos políticos que también pueden diseñar y ejecutar fenómenos de masa crítica. Este columnista siente especial admiración por la España de Felipe González, que obtuvo un respaldo masivo y entusiasta para la “europeización de España” y, de paso, lograr el salto definitivo y final al desarrollo. ¡Qué envidia!

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