El ex investigador de Cieplan, actual presidente del Banco Central y elegido como Economista del Año en sondeo del Diario Financiero, enfatiza que el proceso electoral no representa en sí mismo un riesgo para la actividad.

“La autoridad y la influencia son prestados, es algo que a uno le entregan por un tiempo para que haga algo, esa es la esencia de la función pública”. Así resume Mario Marcel su “secreto” para enfrentar la vida profesional, una que a la luz de los roles que ha desempeñado –director de Presupuestos, cabeza de la comisión en que se basó la reforma previsional del primer gobierno de Bachelet y directivo en organismos internacionales, como el BID, el Banco Mundial y la OCDE- hablan de éxito y de meritocracia.

“No tuve apellidos ni redes familiares que me apoyaran. Cuando se dice que hay toda una generación de gente que son los primeros profesionales en su familia, ese es también mi caso. Yo fui el primer profesional en mi familia también”, relata el presidente del Banco Central y quien fuera elegido Economista del Año en una encuesta realizada por DF entre más de 100 de sus pares.

– Usted viene de una familia de inmigrantes… ¿cómo lo marcó?
– Mi familia materna era inmigrante. Mi madre era catalana. Ella y sus padres viajaron a Chile en la época de la guerra civil española, en medio de la gran convulsión política en esa época. Eran inmigrantes y pobres. Mi abuela empezó a trabajar en una fábrica a los 11 años y mi abuelo era trabajador del puerto de Barcelona. Cuando llegaron no tenían otras redes que sus coterráneos que habían arribado antes.
Mi abuelo trabajó durante muchos años como nochero en un laboratorio farmacéutico. La familia de mi padre tenía un pasar algo mejor, pero él no pudo estudiar ingeniería como hubiera querido porque tuvo que trabajar en la tienda de la familia apenas salió del colegio. Es una historia de esfuerzo que a uno lo marca mucho.

– La situación en Cataluña no le es indiferente entonces.
– Los nacionalismos en la historia contemporánea siempre han sido fuente de conflicto. Estos movilizan las emociones de la gente de una forma que luego es muy difícil controlar. Hoy, en un mundo globalizado donde fluye el conocimiento, donde los países se vuelven más cosmopolitas, particularmente en Europa, el nacionalismo es algo extemporáneo. Pero una vez que en Cataluña se abrió la caja de pandora, por errores del gobierno catalán y el español, la situación se ha convulsionado mucho y se han producido dolorosas divisiones. Como esto apela mucho a mi historia familiar, junto con el Financial Times y The Guardian, leo La Vanguardia de Barcelona todos los días.

– ¿Y qué significó hacer su posgrado en Cambridge?
– Cambridge es una universidad muy pluralista y donde el pluralismo es un incentivo al debate. No es solo conocimiento lo que imparte, sino que una manera de ser y de pensar las cosas. Es una universidad con 800 años, donde uno encuentra un sentido muy fuerte de la historia. Yo estudié en la facultad de Keynes y Kaldor, hice tutorías en el Trinity College, que fue fundado por Enrique VIII, al que perteneció Newton y, en lo más reciente, 32 premios Nobel. Uno siente el peso de todo eso.

– Usted pasó por Hacienda, Dipres, organismos internacionales y hoy el Banco Central. ¿Quién es la persona que más lo ha marcado?
– Me ha tocado coincidir con gente muy notable y sería injusto hacer una lista exhaustiva. Pero probablemente la persona que más me ha marcado a lo largo de mi carrera ha sido Alejandro Foxley.
Estaba en segundo año de Ingeniería Comercial cuando entré a Cieplan, que en ese momento era el principal think tank ligado a la oposición en una época muy difícil. Trabajé de cerca con Alejandro y desde un principio me impresionó su sentido de misión y rigor conceptual.
Llegué con él al Ministerio de Hacienda, me tocó todo el período de la transición y donde el peso de la responsabilidad que estaba sobre los hombros de las personas que dirigieron el gobierno era muy grande. Aquellos eran años de alta incertidumbre, con la memoria de que las transiciones en otros países de América Latina habían sido muy difíciles. Alejandro jugó un papel muy importante en esa etapa de generar acuerdos y de ir de menos a más en ese período. Es un hombre muy admirable.
El camino al desarrollo

– ¿Se considera un autoflagelante o autocomplaciente sobre los logros de Chile en los últimos 30 años?
– Chile ha tenido una transformación económica de gran envergadura. Si uno empieza a hacer memoria de cómo era Chile hace 30 años, evidentemente ve un país muy distinto en términos de la solidez de su economía, calidad de sus instituciones y el acceso de la ciudadanía al bienestar.
Hace 30 años teníamos inflación de dos dígitos, también la memoria fresca de la crisis financiera del ´83 y no habíamos terminado de aprender a manejar las finanzas públicas en el ciclo. Es bastante evidente que el funcionamiento del Banco Central, bajo el actual marco de autonomía que se adoptó en 1989, ha ayudado bastante a producir este cambio.
Quizá el mejor contraste en materia macro es que en el pasado cuando había shocks externos significativos, la economía caía en una recesión. Eso ocurrió en los 80 y con la crisis asiática en los 90. Ahora, los shocks externos importantes, como el fin del ciclo de los productos primarios en 2012-2013, sólo pueden llevar a una desaceleración, pero no a una recesión.

– Como ciudadano, ¿cree que lograremos ser desarrollados alguna vez?
– Como país, tenemos que ver el desarrollo no simplemente como un cálculo mecánico, sino que debemos tener una idea de cómo sería un Chile desarrollado, a qué estamos aspirando y qué tenemos que hacer para llegar hasta allá. Necesitamos eso, por supuesto que siempre dentro en un marco de realismo.
En Chile hay un debate de políticas públicas muy intenso, pero a veces su perspectiva es muy corta y le falta sentido de proceso, lo que los economistas a veces llaman consistencia intertemporal. Los países que han sido más exitosos en la transición hacia el desarrollo son los que se han fijado metas de más largo plazo, compartidas por distintos actores de la sociedad y la economía, y que han trabajado consistentemente a través de los años y los gobiernos para lograrlas.

– ¿Se ve muy difícil lograr eso en el actual contexto?
– Hoy hay crispación en muchas partes del mundo, gatillada por cosas quizás más graves que las que vivimos en Chile. Pero, al mismo tiempo, hay países que han logrado avances significativos en el camino al desarrollo con plena vigencia reconociendo y articulando diferencias, con gobiernos de distinta extensión, con cicatrices importantes de su pasado. Cuesta entender por qué en Chile no podríamos lograr lo mismo.

– Suena optimista.
– Soy optimista en el sentido que veo un empuje y voluntad en distintos actores, pero hay cosas que aún nos faltan. También enfrentamos riesgos. La trampa del ingreso medio es un concepto un poco amplio, pero que intuitivamente nos refiere a algunos de los problemas que se observan en Chile. Lo importante es que cada actor se haga responsable de lo que puede ser su contribución.
El Banco Central, más que estar llamando la atención a otros, tiene que concentrarse en cuál será su contribución al progreso del país.

– Usted afirmó en su momento que en los países democráticos las elecciones no influían en la economía. ¿No inciden para nada en la reactivación?
– Uno tiene que distinguir el proceso electoral mismo de lo que son las políticas públicas que desarrollarán una vez que esté resuelto el proceso. La elección misma no puede representar una amenaza para la economía, porque si no pondríamos en duda que la democracia pueda coexistir con una economía sólida y hay múltiples pruebas de lo contrario.
Lo que sí es cierto es que las políticas públicas son importantes para la evolución económica del país. La idea de que la economía funciona con piloto automático no es real, las políticas públicas tienen influencia sobre ella y variables como el consumo, las exportaciones y la inversión.
Ahora, ¿cuáles serán esas políticas? No lo vamos a saber hasta que el proceso electoral esté completo y conozcamos los planes concretos del nuevo gobierno y el Congreso.
Durante esta campaña se ha hablado mucho sobre crecimiento, más que en campañas electorales anteriores, pero al momento de tomar decisiones sobre políticas será el momento de expresar esa preocupación.
«La formación bruta de capital fijo volverá a exhibir una caída en términos anuales en el tercer trimestre»

– Usted dijo que la solidez de la recuperación se sabrá con mayor certeza el tercer trimestre de 2018, ¿eso significa que hoy sigue siendo frágil?
– Las cifras de crecimiento anual que veremos en los próximos meses se verán beneficiadas por bajas bases de comparación, dada la debilidad que mostró la economía entre octubre de 2016 y abril de 2017. A partir de mayo próximo este efecto va a empezar a desaparecer y será más relevante la velocidad de crecimiento que alcance la economía mes a mes. Para que esta velocidad aumente es necesaria mayor coherencia en la evolución de distintos sectores y componentes de la demanda que lo que estamos observando aún. Esto es especialmente relevante para la inversión.

-Sí, en el comunicado de la RPM plantearon que la inversión sigue débil.
– La formación bruta de capital fijo volverá a exhibir una caída en términos anuales en el tercer trimestre, muy determinada por la contracción en edificación y otras obras. Esto se explica en parte por la reversión del miniciclo que experimentó la construcción habitacional, pero también observamos debilidad en otros componentes ligados a oficinas y obras de ingeniería. Este antecedente, unido al dinamismo que ha caracterizado a la inversión en maquinaria y equipos, sugiere que por el momento dominan inversiones de reposición, posiblemente de escala limitada, mientras los grandes proyectos, que involucran obras de ingeniería, aún no se están moviendo.

– ¿Cómo interpreta un IPC que cae en septiembre y otro que sube mucho en octubre?
– Es evidente que los IPC de septiembre y octubre sorprendieron al mercado, y en direcciones opuestas. Esto se produjo en parte importante por la reversión de movimientos en precios volátiles, que se excluyen de nuestro cálculo de inflación subyacente -sin alimentos y energía-, que es el indicador que tendemos a seguir en el Banco Central, especialmente en el corto plazo. También hay un par de productos, como el paquete turístico y los gastos comunes que han mostrado variaciones muy grandes de un mes a otro que, por sus magnitudes, terminan incidiendo en el IPC total. A medida que el INE avance en la preparación de una nueva base para el IPC, estoy seguro que tendrá la oportunidad de analizar estos casos.

– ¿Esa volatilidad será puntual?
-Temas puntuales siempre existirán, pero no deberían distraernos de la evolución de la inflación a mediano plazo.

– Después del IPC de octubre el mercado desestimó una baja de tasas. En cambio, ustedes mantuvieron su mensaje de apertura a recortes.
– Lo dice directamente el comunicado cuando señala «la inflación seguirá baja en el corto plazo, situación que podría retrasar su convergencia a la meta en el horizonte de dos años. El Consejo evaluará con especial atención este riesgo, ya identificado en el IPoM, cuya materialización requeriría ajustar la TPM». La razón por la que esta posibilidad sigue abierta es porque la acumulación de shocks puntuales a la baja en inflación es importante, aún con la reversión de octubre, y porque el peso también acumula una apreciación importante desde mediados de año.
___________________________________

Tecnologías: ¿Hay que preocuparse de las bitcoin?

– ¿El tema de las monedas virtuales, los bitcoin, es para preocuparse?
– La innovación tecnológica en servicios financieros es más amplio que los bitcoin. Naturalmente, las innovaciones más disruptivas tienden a captar la atención, pero hay tecnologías que, siendo más simples y consolidadas, tienen un efecto mucho más masivo -como en las plataformas para agilizar las transacciones financieras y reducir la intermediación- y la capacidad para influir sobre el comportamiento financiero de la gran masa de la población. Eso les cambia la vida a las personas y tiene que mirarse con atención.

– Surge el riesgo de que la legislación se quede atrás…
– Este es un desafío para todos los reguladores y bancos centrales en el mundo. Hoy la tecnología permite la existencia de bancos 100% virtuales y, al mismo tiempo, es posible desintegrar muchas funciones que están empaquetadas en los bancos tradicionales. La cuestión es cómo el regulador es capaz de mantenerse al día en estos desarrollos tecnológicos, contando con espacios controlados de experimentación en los cuales probar nuevas aplicaciones y regulaciones.

– En estos momentos se habla de una potencial burbuja de bitcoins. La última crisis financiera global se produjo por innovaciones como los derivados.
– El tema de estabilidad financiera y el efecto que pueda tener el desarrollo de ciertas burbujas en algunos mercados es algo que tenemos que mirar en todos los segmentos del sistema financiero. Ahora, no toda innovación lleva asociada una burbuja, hay innovaciones que son relativamente seguras desde el punto de vista de la estabilidad financiera. La preocupación es general, más allá de los bitcoins.
______________________________________

Su reflexión en perspectiva: «Uno no debe ver la autonomía solamente como una protección»

– ¿Cómo ha sido este primer año en la presidencia del banco?
– Un período bien intenso, me parece que hubiera pasado más tiempo (risas). En mi caso era un desafío especial porque nunca había trabajado en el Banco Central, para mí fue una sorpresa muy positiva. He encontrado una institución muy profesional y bien organizada, con instrumentos bastante modernos de gestión, con más diversidad de la que esperaba. Hay mucha gente que vino de regiones, extranjeros, personas que estudiaron con apoyo del banco y otros que vienen llegando de la universidad. Más diversidad de la que se encuentra en el gobierno o en una empresa.

– ¿Han cambiado mucho las preocupaciones que tenía antes de llegar al banco y hoy?
– Hay tres temas que destaqué cuando expuse en la comisión de Hacienda del Senado al postular al Consejo: la importancia de la política monetaria y una inflación baja; la capacidad de crecimiento de más largo plazo de la economía, pese a que no competen directamente al Banco Central; y los temas de estabilidad financiera que han sido muy importantes en el mundo en los últimos años. Todos, con el correr del tiempo, han ido tomando mayor importancia. Por otro lado, se han ido abriendo otros temas de trabajo.
El traspaso de condiciones financieras externas hacia la economía chilena es un tema al que le hemos dado mucha atención, también los mecanismos de formación de expectativas y cómo estas influyen sobre los agentes económicos.

– ¿Hay alguna lección que haya aprendido estos 2 años y que le sirva para transitar los 4 que le quedan de presidente?
– Primero, en políticas públicas hay una tendencia natural a que cuando se identifica un problema, lo queramos resolver. Pero en el caso del Banco Central, uno tiene que ser bastante cuidadoso, en el sentido de mantenerse dentro del ámbito de responsabilidad que tiene la institución. No porque un problema sea importante significa que le corresponde al Banco Central resolverlo.
La segunda lección es que la confianza es el principal capital que tiene el banco. Somos una institución que maneja la política monetaria, que emite regulaciones que dan señales al mercado, por lo tanto seremos más eficaces mientras más creíble sea lo que hacemos y más fundamentadas sean nuestras decisiones. La revisión del proceso de política monetaria que anunciamos en septiembre apunta precisamente en esta dirección.

– ¿Hay que profundizar la autonomía del banco?
– La autonomía es un activo desde el momento en que ha contribuido a reducir la inflación y asegurar estabilidad financiera. Hay muchos que no tienen en la memoria los períodos de alta inflación, pero podemos verlo en otros países en la región. El que hayamos sido capaces de superar esa lacra es, sin duda, un logro que fue facilitado por el esquema de autonomía. Ahora, la otra cara de la autonomía es que uno tiene una responsabilidad directa con la ciudadanía y hay que usar esa autonomía para responder mejor a las nuevas exigencias, como las de transparencia e integridad institucional. Uno no debe ver la autonomía solamente como una protección frente a la eventual interferencia de otros, sino como una responsabilidad hacia el país.

Fuente: Diario Financiero


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *