La autoridad debe aprovechar el efecto reactivador de la abrupta baja del crudo para, usando un término futbolístico, “salir jugando”, afirma el investigador de Cieplan en entrevista con el Diario Financiero.

– Su nombre ha sido mencionado entre las cartas que baraja el PS para reemplazar a Enrique Marshall en el Banco Central, ¿le gustaría volver?

– Echo de menos las personas y el cheque (ríe), pero el problema que tienen las instituciones autónomas es que por contrapartida no puedes hablar de otros temas. Yo me sentía muy amarrado, después de 10 años tenía tantas cosas en las que quería participar y ojalá influir. Todavía no se me pasa esa sensación.
No he hablado con él, pero mi candidato es Mario Marcel. Sería un tremendo consejero y una manera de que Chile recupere a un gran economista.

El ex vicepresidente del Banco Central, Manuel Marfán, está a sus anchas en Cieplan, donde tiene hace ya un año -desde que terminó su período como consejero- el espacio perfecto para opinar y tratar de influir como le gusta, y donde encontró como director ejecutivo del programa Cieplan-U. Talca un desafío que lo tiene muy entusiasmado. Es también un lugar idóneo, silencioso y sin el apremio de la coyuntura, para analizar con perspectiva los hechos económicos y políticos que le parecen más importantes.

Hoy un asunto que ha despertado su inquietud es la caída de los commodities y en especial la abrupta y fuerte baja del precio del petróleo, que en apenas unas semanas ha retrocedido a la mitad. «Es el elemento principal que debería incorporarse hoy para ajustar las proyecciones de crecimiento de este año en Chile y el mundo», afirma.

-¿Es una caída que se puede proyectar al largo plazo?

– Difícil saberlo. El mercado del petróleo no es puro. Hay un cartel de productores y todos los países intervienen en sus mercados de energía. Pero lo que se observa en las cifras de las últimas décadas es que en general cuando hay una tendencia persistente en el precio del petróleo, ya sea al alza o la baja, ésta suele detenerse con un salto muy brusco en la dirección contraria. Y que tiende a ser persistente. La excepción fue lo que sucedió para la crisis de Lehman Brothers, cuando tendió a comportarse como todos los demás activos financieros. Dejando de lado ese solo caso, lo que hemos visto es un período largo de alza persistente que se inició, con algunos altibajos, hace quince años, y, en consecuencia, el escenario más probable es que observemos un período no corto de precios de combustibles bajos.

-¿Qué implica ese cambio para Chile?

– Chile es probablemente el país de América Latina menos autosuficiente en materia energética. Tiene una importación de productos de energía y combustibles cercano al 6% del PIB, que no es poco y una caída importante en el precio del petróleo tiene efectos muy favorables. A eso se añade que la energía le viene doliendo a Chile hace mucho tiempo, no sólo porque subió en todo el mundo sino porque aquí además se tomaron algunas malas decisiones, que llevaron a que los precios subieran aún más. Además, Chile es de las economías que está más lejos de los centros comerciales del mundiales y uno de sus efectos de esta caída es que abarata el costo del transporte. Todo esto produce un alivio relevante.


«El sector privado es claramente ganador»


-¿Cuál es el efecto de ese alivio?

– Para entender cómo se transmite a la economía, es bueno hacer un paralelo con el cobre. El precio del cobre es muy relevante para la balanza de pagos y para las cuentas fiscales, pero el grueso de la producción está concentrada en el Estado y en la inversión extranjera. En consecuencia, sus altibajos tienen efectos relativamente menores sobre el ingreso del sector privado nacional. Esto es especialmente válido con la regla fiscal. En el caso del precio del petróleo, en cambio, todo llega por vías directas o indirectas al ingreso disponible del sector privado nacional. De hecho, tiene algún efecto más bien negativo en las finanzas públicas, porque Enap en el margen pierde algo.
El sector privado es claramente ganador. Y cuando tenemos una factura en torno a 6 puntos del PIB, que el precio caiga a la mitad, estamos hablando de un efecto cuantitativamente significativo. Lo ha sido en el pasado, tanto cuando ha aumentado como cuando ha bajado, y debería serlo más ahora porque esta factura ha venido creciendo en el tiempo.

-¿Son tres puntos de PIB?

– No, porque el precio del petróleo puesto en Chile tiene otros costos que se le adicionan, pero sí estamos hablando de magnitudes de más de un punto del PIB de inyección directa sobre los ingresos del sector privado, ya sea de las familias a través de un menor pago de combustible o transporte, o de las empresas por un menor precio de la energía.

-¿Qué puede esperarse de un punto más en esos ingresos?

– Un mayor nivel de gasto y por tanto un efecto de reactivación de corto plazo. Dicho de otra manera, si la percepción que existe hoy es que la caída es mayor y más permanente que cuando se hicieron las proyecciones, entonces debieran corregirse al alza.

-Eso para este año.

– Sí, porque estos son sólo efectos de demanda. El PIB de tendencia no se afectará este año porque bajó el precio del petróleo, pero sí va a ayudar a cerrar la brecha con ese PIB de tendencia. Lo que ha ocurrido en algunas coyunturas es que junto con un alivio de este tipo ha habido esfuerzos de aprovechar este embrión para apuntalar el crecimiento de largo plazo. El vuelo que da esta mayor holgura es un buen momento para que las autoridades aprovechen de hacer un giro para 
repriorizar el crecimiento de mediano y largo plazo.

-Las autoridades han dicho que sí tienen al crecimiento como un eje importante de su gestión, ¿no lo ve así?

– Lo veo poco, porque en los temas emblemáticos el crecimiento ha sido postergado. Un caso: se podría haber recaudado lo mismo que con esta reforma tributaria, pero con una estructura impositiva menos desfavorable al ahorro y la inversión, que fue la discusión que hubo.
Más que las palabras son los hechos los que tienden a definir las percepciones y las expectativas, y cambiando los hechos, los focos y dando señales claras de la prioridad que tiene el crecimiento, no digo deshaciendo lo andado, sino aprovechando este momento para partir, tengo la impresión que puede generar un circulo virtuoso que le permitiría al gobierno actual terminar en muy buen pie.

– ¿Qué significa reenfocarse en el crecimiento?

– Una estrategia que permita recuperar la capacidad del sector privado de hacer proyectos. La emocionalidad del sector privado está vinculada con que, cuando hay proyectos, es feliz, cuando hay incertidumbre, es infeliz. Y la percepción de incertidumbre que tiene el sector privado en este momento es algo que se puede revertir en forma relativamente fácil y rápida aprovechando la mezcla de esta holgura que se nos presenta en materia de energía y al mismo tiempo relanzar una agenda que redireccione el conjunto de políticas públicas hacia un crecimiento más alto. Es un esfuerzo que no es solo ayudar en el picoteo de proyecto por proyecto, sino que señalizar de una manera más clara que hay un panorama hacia delante, que no se seguirá sacrificando el crecimiento en aras de otros fines.

– ¿Comparte entonces la idea de que es necesario postergar el cronograma de reformas del gobierno?

– Tengo la impresión de que lo que se ha hecho en menos de un año en materia de transformaciones, para bien o para mal, es mucho, y un cronograma que dé más certidumbre y contenido es algo que ayudaría, sin la menor duda.

– ¿Cómo es eso?

– En la reforma educacional, lo que la ha definido, o lo que está más claro, son los no. No al lucro, no al copago, no a la selección. Pero la parte de los sí es todavía muy amplia y eso es lo que genera incertidumbre. Lo mismo con la reforma tributaria, que se definió como un no al FUT. En la reforma laboral es distinto porque ha habido bastante diálogo previo y habrá discusión. Pero en mucho de lo que queda, en introducir dosis de federalismo en el país o la reforma constitucional, no existe la claridad suficiente como para acallar las incertidumbres.
No es que esté en acuerdo o desacuerdo, el país que nos propone la presidenta es uno que yo comparto plenamente. Estoy hablando más de la estrategia que del proyecto de largo plazo. Y tengo la sensación de que una coyuntura como la actual, en que por fin hay un elemento externo claramente favorable para la economía chilena, es un buen momento para juntarlo con otras cosas y, usando un término futbolístico, salir jugando.


«Cambios de timón, sin cambios de personas, son poco creíbles»

– ¿Es necesario un cambio de gabinete para hacer eso?

– Cambios de nombres sin golpes de timón tienen poco efecto, y cambios de timón, sin cambios de personas, son poco creíbles. Pero es un área en la que prefiero no hacer pronósticos.

– De otra manera: ¿las personas que están hoy pueden reimpulsar el crecimiento?

– Hay una buena parte de lo que se debe hacer con el crecimiento que tiene que ver con el aspecto más sicológico de la economía, con las percepciones, certidumbre y confianzas que están muchas veces ligadas a las personas. Y esa parte, yo tengo opinión, pero es más bien de ciudadano, no profesional de economista, y prefiero dejar la entrevista en el plano profesional.

– ¿Cuál es el riesgo si no se aprovecha este impulso?

– Más que la proyección de corto plazo, que si hay punto de inflexión o no, o cuándo, lo que me preocupa es que el Banco Central bajó su tasa de crecimiento de PIB potencial desde un rango de 5% – 5,5% a uno de 4% – 4,5%. Esa es una mala noticia, especialmente para las generaciones jóvenes, y que la meta sea retornar a tasas de crecimiento potencial sin aspirar a elevarla… Chile puede aspirar a más, pero para eso hay que dejar de postergar el crecimiento de largo plazo.

-¿No aspirar a eso es mediocre?

– Es claramente insatisfactorio. Es reducirle el ingreso de todos los chilenos de 20 años más. Este problema no empezó con este gobierno ni con el anterior, pero no se le ha dado la urgencia que tiene, al menos hasta ahora.

«Para la economía mundial en su conjunto, es beneficioso»

-¿Cuál es el impacto de esta caída del precio del petróleo en la economía mundial?


-La baja en el precio de un commodity tan importante, que además arrastra tarde o temprano a otros productos que son sustitutos cercanos, como el gas natural y el carbón y otros, significa a escala mundial una redistribución de ingresos desde países exportadores a los importadores de petróleo. Pero, en su conjunto la economía mundial debería elevar su crecimiento. Acaba de salir un estudio del Banco Mundial que estima una aceleración de medio punto.
Ahora, si bien para la economía mundial en su conjunto es beneficioso, no lo es para todos los países. Hay alguna preocupación legítima respecto de Rusia, Venezuela y Nigeria, principalmente, que no son los únicos que pierden pero sí son los que podrían tener mayores efectos en relación a otras economías.

-¿Una caída de estas economías puede impactar a la economía mundial?

-La importancia de Rusia es más política que económica, y esto sobre todo por su fortaleza como proveedor de gas a Europa y en particular a Alemania.

-¿Y Estados Unidos?

-Tiende a beneficiarse porque es un tremendo usuario de energía, aunque sus empresas petroleras pueden verse afectadas. El debilitamiento de Rusia y Venezuela al mismo tiempo que el inicio de relaciones diplomáticas con Cuba genera una jugada muy interesante.


«Los grandes escándalos permiten superar las malas prácticas»

-El Caso Penta ha puesto en cuestión al sector privado y al publico, ¿cuál es el impacto que puede tener todo esto?

-Dado que ocurrió, encuentro que es una gran cosa que se sepa y que provoque escándalo en el país. Si no se hubiese sabido, es malo, y si sabiéndose, no le hubiese importado a nadie, habría sido peor.
En los ´90 tomamos la decisión estratégica de permitir a los fondos de pensiones invertir en el sector privado, y entonces era evidente que había que cambiar las malas prácticas y se hicieron varios esfuerzos de mejoramiento de leyes, pero es muy difícil avanzar en teoría en esos temas, porque las fuerzas corporativas son muy contundentes: no hay nada como un tremendo escándalo respecto de malas prácticas para poder avanzar. Esa ha sido la historia de la economía de mercado en Estados Unidos y en todas partes: son los grandes escándalos los que permiten superar las malas prácticas.
Ahora, ojalá esto abra una discusión sobre cómo resguardar el sistema tributario, que ha sido descuidado por más de 10 años consecutivos, y de cómo mejorar el sistema de financiamiento y funcionamiento de la política.

-¿El financiamiento debe ser público?

-Debe ser 100% transparente, principalmente público y, así como en los seguros hay un deducible, debe haber pago a partir de un mínimo de votos. Hay que hacerlo bien y para eso no hay que reinventar la rueda, sino que mirar los países que ya lo han hecho bien.

Fuente: Teresa Espinoza, Diario Financiero


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