La década que viene será una década con tremendos desafíos para América Latina. La anterior fue una de las mejores que ha tenido esta región como consecuencia de una situación económica mundial que nos favoreció: un aumento de los precios de los commodities espectacular, economías vinculadas a la economía China, que crecía más del 10% y –como consecuencia de eso– una entrada de capitales a América Latina muy significativa.

Eso resultó en lo que todos conocemos en nuestros países: tasas de crecimiento muy altas, nivel de desempleo que se reducía y una sensación de que estábamos finalmente en un camino directo, rápido, sin vacilaciones hacia el desarrollo. Ello no implica desconocer que todavía somos economías de ingreso medio, pero que deseamos dar el salto en los próximos años hacia economías avanzadas y hacia sistemas políticos democráticos maduros.


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