Entrevista publicada en la revista Qué Pasa al histórico integrante de Cieplan, Pablo Piñera, que acaba de reintegrarse a la corporación.

Concluyendo el silencio que se autoimpuso durante el gobierno de su hermano, el militante DC Pablo Piñera se define frente al momento político en la semana en que dejó la gerencia general de BancoEstado tras seis años: «Me hubiera quedado feliz».

El lunes pasado fue el último día de Pablo Piñera Echenique (63) como gerente general de BancoEstado. Tras seis años en el cargo, esa tarde el economista dejó su oficina, no sin antes despedirse, a través de una carta, de quienes trabajaron con él en la institución estatal. “Quiero agradecer a la presidenta Bachelet, que me nombró en 2008, y al presidente Piñera, que me confirmó en 2010”, escribió, dedicándoles la misma cantidad de palabras a su hermano y a la actual mandataria. 

Militante de la Democracia Cristiana, el cuarto de los hermanos Piñera reconoce que su salida lo pilló por sorpresa. El 24 de marzo, el ministro de Hacienda, Alberto Arenas, nombró a Jessica López como su sucesora. Él, que entre otras cosas ha sido subsecretario de Hacienda y de Obras Públicas, director de TVN y funcionario de la Cancillería, asegura que ya no quiere seguir siendo un empleado. “Llevo mucho tiempo trabajando para el Estado, 24 años. Ahora quiero hacer algo propio”, comenta. 

-¿Le habría gustado seguir en el BancoEstado? Su predecesor duró doce años… 
-En el banco llevaba seis años y me hubiera quedado feliz, con mucha franqueza. Pero creo muy legítimo que el gobierno actual haga los cambios que estime convenientes y yo estoy muy agradecido de la presidenta Bachelet, que me nombró. 

-Pero podría haber seguido…
-Si me lo hubieran ofrecido, sí pues. 

-¿Y por qué cree que no lo consideraron para otro período a pesar de ser militante DC? ¿Pesa más que usted es un Piñera?
-No tengo idea. Soy militante democratacristiano hace 40 años. 

-¿Pero le perjudicó su apellido?
-No sé los motivos por los cuales hicieron los cambios, e insisto: me parece muy legítimo que los hagan. 

-¿Qué evaluación hace después de estos seis años en el banco? Le tocaron momentos difíciles… 
-Asumí el año 2008 y el 2009 vino la crisis, que fue una de las más importantes que ha tenido la economía mundial. Ahí el gobierno, con mucha claridad, le pidió al BancoEstado un rol contracíclico: si la banca privada dejaba de prestar plata, el BancoEstado debía prestar. De hecho, fue exitoso. El banco aumentó sus colocaciones en un 22%, mientras la banca privada las disminuyó. Logramos que el impacto negativo de la crisis fuera menor al que habría sido si hubiéramos actuado como un banco privado. 

-¿Se justifica, por lo tanto, el rol de un banco estatal?
-Claramente sí. Quedó demostrado, para la crisis del 2009, qué habría pasado en Chile si no hubiera habido un BancoEstado. Y dos, creo también que su existencia es la que ha permitido en Chile que una parte sustantiva de los chilenos sean parte de la inclusión financiera. El 2008 BancoEstado tenía un millón de cuentas rut y hoy tiene 6,5 millones de cuentas rut. Había 2.000 cajas vecinas, hoy son 12.000. Ésa es una fuerte contribución a disminuir la desigualdad en Chile. La inclusión financiera es un aporte que el banco ha hecho en ese sentido. Nadie en Chile cuestiona que haya un banco estatal.

-Durante su gestión, el periodo más álgido fue la demanda colectiva de Conadecus y el acuerdo con el Sernac, que acusó al banco de cobrar comisiones indebidas en las cuentas vistas a 425.000 clientes…
-No. Creo que el momento más complicado fue cuando enfrentamos la crisis el año 2009. Lo de Conadecus fue un tema obviamente delicado, pero eso se originó el año 2003. El juicio partió mucho antes de que yo llegara al banco. La Corte de Apelaciones dictaminó en un fallo de 2011 y nosotros suspendimos de inmediato el cobro de estas comisiones. Cuando el Sernac propuso una conciliación con Conadecus, el banco la aceptó. 

-¿Pero esa conciliación no fue a raíz de la condena de la Suprema a Cencosud por un caso similar?
-Obviamente, los tiempos eran distintos. Es por eso que al banco se le hacía más fácil buscar una conciliación y dos, era la primera vez que el Sernac nos proponía un acuerdo; y para un banco público el hecho de que un ente público como el Sernac proponga una conciliación le da una gran validez a lo que el banco hizo. 

-Pero fue un proceso legal largo, de nueve años. Se pudo haber llegado a un acuerdo antes, incluso velando por el interés del banco…
-Mirando las cosas a posteriori, uno siempre podría haber hecho algo distinto. El banco siguió el proceso judicial y nosotros cambiamos un poco nuestra actitud cuando la Corte de Apelaciones dictaminó que el banco no tenía la razón. El banco tiene una cierta obligación de defender su patrimonio, que es de todos los chilenos. 

-Por otro lado estaba el cobro indebido de comisiones a unos 425 mil chilenos…
-Eso lo determinó la justicia después, no antes. Y cuando lo determinó, el banco cambió radicalmente su postura. 

-¿Cómo vivió las críticas que hizo en su momento la vocera de gobierno, Cecilia Pérez, quien a propósito de este tema dijo que usted debía ser responsable? 
-Encuentro que sus críticas fueron muy injustas. 

-¿Cómo manejó ese tema con su hermano? Una ministra de su gobierno lo acusó de un escándalo financiero importante…
-Yo nunca toqué estos temas con mi hermano. 

-¿Pensó en algún minuto no aceptar la ratificación de su hermano en el cargo? En 2010 usted podría haber optado por no seguir… 
-No. Creo que las empresas públicas son de todos los chilenos. 

-La pregunta apunta a que su hermano era el presidente y justamente quien lo ratificaba…
-Habría sido complicado si él me hubiera nombrado. Pero yo fui designado por la presidenta Bachelet. Por eso acepté seguir.

LA SANGRE Y EL PARTIDO

El domingo pasado, Pablo Piñera estuvo con su hermano Sebastián, quien es un año mayor. Almorzaron en la casa del ex presidente, junto a su familia. Después de comer, partieron a ver el torneo de atletismo Orlando Guaita en San Carlos de Apoquindo. Ambos hermanos comparten el gusto por los deportes: por verlos y también por practicarlos. De hecho, “El Polo”, como lo conocen sus cercanos, comenta que juegan tenis seguido para descargar las tensiones, e incluso lo hicieron mientras Piñera fue presidente. Sobre su hermano, dice que tras dejar el poder lo ve con entusiasmo y gozando de sus nietos. “Está bastante más relajado”, asegura. 

-¿Cómo lo hace para dividirse entre ser militante DC y, por otra parte, ser hermano del ahora ex presidente?
-No, no. Soy democratacristiano desde hace 40 años, siempre he sido de la Concertación y soy de esta coalición política actual. Pero mientras mi hermano fue el presidente, lo que yo hice fue mantener silencio: es un mínimo gesto de prudencia. Además, hay suficientes Piñeras con un perfil alto como para que se sume uno más. 

-Pero si su hermano volviera a ser candidato, ¿lo ayudaría en su campaña?
-Falta mucho para eso, pero yo siempre voy a apoyar al candidato de la coalición a la cual pertenezco. 

-¿Incluso aunque el candidato fuera su hermano?
-No hay que anticiparse a los hechos. Faltan cuatro años. Hay un viejo dicho que dice que una gota de sangre empuja más que una yunta de bueyes. Pero yo soy miembro de una coalición y siempre la he apoyado. 

-¿No votó por él en las elecciones pasadas?
-Siempre dije que el voto era secreto. 

-¿Qué evaluación hace usted del gobierno saliente?
-Hubo elementos positivos. Las cifras económicas fueron buenas. Segundo, la alternancia en el poder siempre es buena para la democracia. Tercero, el rescate de los mineros fue una gesta que Sebastián impulsó, que llenó de orgullo a todos los chilenos. Ahora, una de las cosas más importantes en el gobierno fue cómo la alianza separó completamente las aguas de lo que fue el gobierno de Pinochet. Eso es central para una mejor convivencia en el futuro: haberlo hecho tan tajantemente. 

-¿Fue ahí cuando se sintió más cercano ideológicamente a él?
-Hizo un gran aporte al país y me sentí muy orgulloso de lo que él hizo. 

-Hablaba de los logros del gobierno de su hermano. ¿Cuáles cree que fueron las falencias?
-Mucha gente ha hecho un análisis crítico del gobierno de Sebastián y no voy a contribuir a eso. 

-¿Qué le parecen las críticas que le han hecho tras dejar la presidencia, incluso desde la misma Alianza?
-Cuando uno es hermano del presidente, uno siente las críticas muy fuertes porque hay un involucramiento sentimental. Uno con los hermanos no es objetivo. 

-La principal crítica es que su coalición tuvo malos resultados en las elecciones. ¿En eso quedó al debe?
-Lo que yo más lamenté es que no se hubiera modificado el sistema binominal. 

LOS NUEVOS TIEMPOS

Uno de los planes de Pablo Piñera en el corto plazo es retomar la actividad académica. Dice que está analizando hacer clases en alguna universidad, aunque no detalla si tiene algo más concreto. En todo caso, lo que más lo entusiasma es la idea de reincorporarse a Cieplan. “Pertenezco a la institución desde el año 1972, lo cual es mucho decir, y pienso seguir trabajando en los temas que me interesan de políticas públicas”, asegura.

-¿Qué expectativas tiene del gobierno de Bachelet?
-Creo que se han configurado equipos de un muy buen nivel. Llevamos un mes en el gobierno, hay que ver cómo se desarrolla, pero creo que haber puesto el foco en disminuir la desigualdad en Chile es fundamental. También creo muy sano, por una desviación economicista, que si se quiere aumentar un gasto permanente como el de educación -cosa en la que estamos todos de acuerdo- al mismo tiempo se quiera aumentar los ingresos permanentes, lo que requiere mayores impuestos. 

-Por lo tanto es partidario de la reforma tributaria…
-Sí. La forma como se propuso este aumento no la he estudiado, pero sí creo que hay que ser cuidadoso para que no afecte mucho a la inversión; eso sin desconocer que invertir en educación es una de las medidas más rentables para disminuir la desigualdad, lo que a su vez lleva a una mayor estabilidad social, una democracia más sólida y eso contribuye al crecimiento y la inversión en el mediano plazo.

-¿Qué le parecen las aprensiones del empresariado?
-Siempre el empresariado, cuando hay reformas, argumenta que va a caer la inversión, que va a caer el empleo. En el pasado no ha sido así. Recuerdo que en el año 90, cuando asumió el gobierno del presidente Aylwin y yo fui subsecretario de Hacienda, se hizo una reforma tributaria y se anunciaron los peores males para la economía de este país. Ése fue el periodo en que este país más creció en su historia. 

-En la Nueva Mayoría hay quienes dicen que existen dos almas: que están quienes quieren refundar todo y los que esperan avanzar con lo ya construido. ¿Qué prefiere usted?
-Creo importante reconocer que los 20 años de la Concertación fueron un tremendo avance para este país. Que hay mucho por hacer, que ha cambiado la realidad, que hay nuevos desafíos, es verdad. Pero no creo que debamos desconocer y no sentirnos orgullosos de lo que hicimos mientras la Concertación estuvo en el gobierno. 

-¿No comparte los dichos del senador Quintana respecto de la retroexcavadora y de terminar con los pilares del neoliberalismo? 
-No. Creo que el término de la retroexcavadora fue una expresión inapropiada y creo que hay que reconocer lo que el país hizo en 20 años. Debemos estar orgullosos. En los 90 el foco era disminuir el número de pobres. Hoy el tema es otro, es la desigualdad, pero las cosas hay que juzgarlas de acuerdo a los tiempos en los que se producen y no en base a mirar con los ojos de hoy la realidad de los 90. 

-¿Y la lucha por la desigualdad no se pudo haber dado antes?
-Es que había otras prioridades, otra cantidad de recursos. Uno no puede juzgar hoy, con el nivel actual de riqueza que tiene el país, lo que había al año 90. Ahí lo fundamental era disminuir el número de pobres. Recuerdo la frase que dijo el ministro Foxley para la campaña del presidente Aylwin: que en Chile había 5 millones de pobres. Esas eran las exigencias de ese tiempo. Hoy hay otros desafíos, pero no construyamos el futuro negando lo bueno que hicimos en el pasado.

Fuente: Revista Qué Pasa

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