El investigador cree que hay que tener cuidado con las conclusiones categóricas. «Que baje la pobreza es un objetivo que toda sociedad chilena persigue. Pero el exitismo en base a un solo indicador es un mal consejero».

«Hay que tener mucho cuidado con los indicadores agregados, pues hay localidades y grupos de la población que están muy rezagados respecto del promedio nacional. Por ejemplo, en La Araucanía y en Biobío la pobreza es superior a 21 %; y la pobreza de los menores de 17 años es superior al 22 %. Estos indicadores todavía están muy lejos de ser satisfactorios», asegura el economista del centro de pensamiento ligado a la oposición.

En base a la información liberada y de acuerdo con las experiencias anteriores, Rodríguez estima que es necesaria una combinación de crecimiento económico y de políticas sociales para bajar los niveles de pobreza. «En el caso particular de esta encuesta, es importante analizar cuánto influyeron los bonos extraordinarios que ha entregado el gobierno, ya que al no tener carácter permanente, pueden no ser una solución sustentable», afirma el economista.
La evidencia muestra que existe mucha vulnerabilidad de las familias que están levemente por sobre la línea de pobreza, que son muchas, y que distintos eventos pueden hacerlas volver a caer fácilmente en ella
Consultado sobre si detecta algún cambio en las políticas aplicadas en este gobierno respecto de las realizadas por la Concertación, Rodríguez cree que hay una continuidad, pero repara en la entrega de bonos a los sectores vulnerables. «En general, se ha seguido una línea similar, buscando soluciones de largo plazo relacionadas más a la educación y al acceso al mercado laboral, combinadas con soluciones paliativas de corto plazo. Sin embargo, vislumbro cierto riesgo de caer en una ‘bonomanía’, que entregue recursos para que las familias salten la línea de pobreza, pero no generen las herramientas para mantenerse fuera de ella», alerta el experto.

El economista va más allá y cree que medir las necesidades sociales solo en función del ingreso es «incompleto», aunque estima que entrega información útil para el diseño de las políticas públicas. «Nuestra vara de medición depende de parámetros que tienen más de 20 años de antigüedad. Es urgente actualizarlos para no autoengañarnos. Tampoco debemos olvidarnos de otros indicadores, como la desigualdad, aspecto en el que claramente hemos sido menos exitosos», afirma.

Concluye que en la medida que se siga con la mezcla de crecimiento y políticas sociales, se avanzará. «Pero la evidencia muestra que existe mucha vulnerabilidad de las familias que están levemente por sobre la línea de pobreza, que son muchas, y que distintos eventos pueden hacerlas volver a caer fácilmente en ella, como aumento en el precio de alimentos, pérdida del empleo o enfermedad de un miembro de la familia. Es fundamental seguir mejorando la red de protección social para familias que están en un permanente riesgo de ir y venir de la pobreza», afirma.


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