Autor: Manuel Marfán
Fuente: La Tercera

En estos días supimos dos noticias relevantes vinculadas a la inmigración. La primera es que, tras el anuncio del Presidente Piñera, Chile se restó del Pacto Migratorio ONU. La segunda es la corrección a las cifras de empleo que realizó el Banco Central.

No tengo aún el conocimiento suficiente como para saber si estoy o no a favor del Pacto Migratorio. Pero sí sé que la decisión se alejó de lo que ha sido la costumbre desde 1990. En efecto, aunque el Presidente de la República tiene la potestad exclusiva para representar la posición oficial del país en temas internacionales, ha sido habitual observar consultas a los excancilleres en materias relevantes e, incluso en las más delicadas, a los expresidentes. No fue el caso aquí y, como muchos, quedé con un mal sabor. Como que no sabemos el detalle de lo que queremos en materia de inmigración y, así, es mejor abstenerse.

La corrección que realizó el Banco Central a la encuesta de ocupación y desocupación del INE parece bastante obvia. La metodología del INE utiliza tablas demográficas de crecimiento vegetativo, sin considerar el impacto de la inmigración y, como consecuencia, subestima las cifras de ocupación. De nuevo quedé con un mal sabor. Como no sabemos cómo tratar la inmigración, es mejor ignorarla. Como si no existiera.

Les confieso, antes de continuar, que los inmigrantes me generan buenas vibraciones. Me gusta que vengan y trato de ser amable y acogedor. Como economista, también pienso que son un aporte al crecimiento y al bienestar. Siento también que es una vuelta de mano al buen trato que recibieron tantos chilenos que en el pasado emigraron a otros países, algunos voluntariamente y otros de manera forzada. Estoy en el 80% de los chilenos que cree que el derecho a migrar es un derecho humano (Cadem, dic. 2018). 

Pero, junto con lo anterior, también estoy en el 80% de los chilenos que creemos que se deben introducir algunas restricciones a la inmigración, y en el 78% de los que creemos que la autoridad lo hace mal en esta materia (Cadem, feb. 2018).

Doy de muestra un par de botones: los inmigrantes, como corresponde, reciben beneficios dependiendo de su condición socioeconómica, al igual que los chilenos. Para evitar que el gasto social que se asigna a inmigrantes no desplace a beneficiarios chilenos, el presupuesto global para políticas sociales debiera ser suplementado según el flujo de inmigrantes. Estoy dispuesto a apostar que el diseño no lo considera. Y eso genera perdedores en Chile. 

En el mercado laboral, en tanto, si los inmigrantes compiten con trabajadores chilenos por los mismos puestos de trabajo, también habrá perdedores. La solución no es detener el flujo migratorio, sino poner en marcha compensaciones para evitar perdedores chilenos. De otra manera, la xenofobia seguirá creciendo en el grupo socioeconómico más bajo, como ya está sucediendo. Los países que no se preocuparon de este tipo de cosas están enfrentando la irrupción de movimientos nacionalistas de ultra derecha.

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