El desafío para América Latina en la próxima década será, entre otros, el de mantener en el tiempo altas tasas de crecimiento, aprovechando que la región supo sortear bien la crisis financiera internacional, al revés de lo que ocurrió con las economías de Europa y Estados Unidos.

Sostener una alta tasa de crecimiento en la próxima década dependerá de la capacidad que tendrán las economías latinoamericanas de mantenerse competitivas y, más aún, de ganar en competitividad frente a otras economías emergentes, particularmente las del Este de Asia.

Lo que está claro es que en el escenario futuro el impulso dinamizador de la demanda originado en Estados Unidos y Europa se reducirá fuertemente. No habrá un “viento favorable” desde esa dirección que empuje las economías latinoamericanas. Habrá que descansar, más bien, en el esfuerzo interno de ahorro, inversión y aumentos de productividad y en acceder a otros mercados que serán más dinámicos en su crecimiento, como son los de los países de Asia.


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