Jorge Rodríguez, investigador de CIEPLAN, pide ser proactivo para evitar la «maldición de los recursos naturales» en este artículo del Diario Financiero.
Si en octubre el presidente Piñera dijo que en Chile «están empezando a notarse los síntomas» de la llamada enfermedad holandesa, ahora el ex ministro Rolf Lüders afirmó que ya padecemos ese mal que ataca a las economías que gracias al auge de un producto exportador ven apreciarse su moneda afectando la competitividad de otros sectores productivos. Pero el diagnóstico en general no está claro.
Rodrigo Aravena, economista jefe de BanChile, afirma que hay «varios elementos que nos llevan a pensar que Chile no tiene enfermedad holandesa». Explica que si bien en términos nominales las exportaciones de cobre son cerca de 60%, en términos reales no superan el 40% y aunque ese metal representa una parte importante de las exportaciones, hay una mayor diversificación de productos y de mercados gracias a los TLC. «El problema de Chile no es que sólo exporte cobre sino que su precio es por lejos el que más ha subido de nuestras exportaciones», agrega. Y precisa que la política contracíclica y los fondos soberanos han aislado en parte el impacto del cobre sobre la economía.
Para el investigador de Cieplan, Jorge Rodríguez Cabello, la prolongación de un escenario de altos precios del cobre, que afecta el valor del dólar y la rentabilidad de sectores exportadores que no viven un boom de precios, aumentará la dependencia del cobre y, por consiguiente, nuestra exposición al riesgo de una caída en sus precios. «No ser proactivos ante esta situación constituye una apuesta demasiado arriesgada de caer en la «maldición de los recursos naturales», que nos puede llevar a crecer por un tiempo, pero a hipotecar nuestro crecimiento futuro», agrega. Por ello, dice que más que precisar si sufrimos o no la enfermedad holandesa, lo importante es definir una estrategia de desarrollo sostenible que no se apoye sólo en el cobre y que involucre políticas para el corto y largo plazo.
El experto de Libertad y Desarrollo, Ricardo Matte, admite que hay síntomas de enfermedad holandesa -como caída de tipo de cambo real y desaceleración del crecimiento del sector manufacturero- «pero una cosa son los síntomas y otra el diagnóstico. No está confirmado que tengamos enfermedad holandesa. No he visto un trabajo que pruebe aquello», afirma. Agrega que el sector exportador tiene un problema con la caída del tipo de cambio que exige actuar. «Favorezco la intervención, porque prefiero evitar un desplome que implique la quiebra de muchas empresas», opina.
Fuente: El Diario Financiero