El economista presenta sus ideas para que el país se movilice hacia una mejoría de la calidad de la educación y deje atrás un debate sobre enseñanza que no se centra en los verdaderos retos del siglo XXI.
Preocupado y hasta impaciente porque las discusiones sobre educación en Chile no dan cuenta de los objetivos que se debieran asumir en un mundo globalizado y digital.
Así se le ve al economista Patricio Meller, académico de Ingeniería Industrial de la Universidad de Chile. Autor de libros y otras publicaciones sobre diversos temas –macroeconomía, actividad minera y equidad social, entre otros–, durante toda su trayectoria profesional Meller ha manifestado una permanentemente preocupación por cómo los colegios, universidades y centros de enseñanza cumplen su rol. Ahora publicó Claves para la educación del futuro: Creatividad y pensamiento crítico, libro en el que expone las razones por la que considera que en este nuevo siglo urge un cambio de paradigma en nuestro modelo de educación.
Según señala, los tiempos de marcada incertidumbre que hoy se viven obligan a preparar a los estudiantes a pensar de manera creativa para afrontar problemas en constante reconfiguración. Esto obliga a enseñar algo distinto a lo que hoy se enseña, y hacerlo de manera diferente. Se trata, finalmente, de reformular el rol de la educación. También, el papel de profesores y de la comunidad escolar. Y eso se debe hacer pronto, de manera de no rezagar más a Chile respecto de los restantes países exitosamente insertos en el mundo globalizado.
Tras años de permanente debate sobre educación, la tarea sigue pendiente, según asegura. En su perspectiva, junto al cambio en el currículum educativo, la formación docente, la metodología, los objetivos de la enseñanza y los planes ministeriales, se hace necesaria una cultura nacional diferente que provea de mayor fuerza a la actividad educativa. Es decir, un compromiso nacional decidido.
El objetivo central hoy, sostiene Meller, debería ser alcanzar una educación de calidad, lo cual, a su juicio, es la gran materia pendiente. Dice que es cierto que, en general, la educación es mejor que hace treinta años. Existen mayores tasas de escolaridad, menor deserción, más infraestructura y equipamiento. También se han logrado avances en materia de carrera docente. Todos los indicadores reflejan, asegura, que Chile mejoró respecto de sí mismo en tres décadas. Sin embargo, advierte que un punto crítico es cómo se imparte la enseñanza escolar o universitaria y qué se enseña. Esto, dado que ante las exigencias del siglo XXI ya no sirve el qué y el cómo se ha estado enseñando. Más grave aún: lo que ahora se enseña, se enseña mal.