Fuente: El Mercurio
Periodista: Jessica Marticorena

El economista DC y excandidato a constituyente advierte que las propuestas del candidato a La Moneda profundizarán el estancamiento económico y social que vive Chile. Y menciona el más dañino de todos sus planteamientos: que los directorios de las empresas estén integrados en un 50% por sus trabajadores.


«El gran desafío, la nueva Constitución». Así se titula el libro que el economista DC René Cortázar acaba de publicar. En él, plantea que la frustración de las personas tienen su origen en la falta de empleos, de mejores salarios, de salud y de educación de calidad, de seguridad, y eso -subraya- es porque faltan los recursos necesarios para resolver los problemas. «Frente a todo esto se usa una etiqueta, culpando al modelo neoliberal, pero ese es un paraguas ideológico, un eslogan. Hay que recordar que durante 30 años los recursos del Estado han aumentado más de seis veces, y más del 80% de ese aumento, se debe al crecimiento, solo el 20% restante provino de la reforma tributaria», enfatiza el investigador Cieplan.

Cuenta que en su recorrido por las comunas de Cerrillos, Colina, Estación Central, Lampa, Maipú, Pudahuel, Quilicura, Tiltil, cuando fue candidato a la Convención Constitucional, «las personas entendían muy bien que para salir de la situación en que se encuentran hoy día se requiere de inversión y de crecimiento. No existe ning´n país del mundo que haya resuelto las necesidades básicas sin pasar por umbrla del desarrollo. Aquí no hay atajos. Decir que el país no necesita desarrollarse para resolver los problemas es un mito».

En uno de sus recorridos, mientras realizaba campaña en Pudahuel, el economista fue duramente encarado, «funado», en otras palabras. Igual como en el último tiempo han sido funados algunos integrantes de la Convención, a lo que Cortázar responde: «El uso de la fuerza en cualquiera de sus formas no es consistente con un sistema democrático, que tiene que garantizarles a todas las personas que no van a ser presionadas para tomar o no una posición u otra. Ni las funas ni las amenazas son coherentes con un sistema democrático de verdad».

Lo que tampoco es aceptable, advierte, es el estado de desarrollo económico y social mediocre en el ha caído Chile. «Estamos creciendo, al menos desde el año 2014, por debajo del resto del mundo, y eso ha ido creando un pesimismo pegajoso en el país».

– ¿Por qué pasamos de un desarrollo acelerado o uno mediocre?

«Douglass North, premio Nobel de Economía, resumió sus teorías en una frase muy sencilla: «Es la calidad de las reglas del juego la que marca la diferencia entre los países que se desarrollan y los que se frustran en el intento». En Chile se deterioraron las reglas del juego, como la regla fiscal. En el periodo de desarrollo acelerado, teníamos grandes superávits fiscales, el Estado contribuía al ahorro, pero pasamos a déficits donde el Estado se como parte del ahorro.

Otro ejemplo, regla tributaria. En la década de 1990, los impuestos en Chile eran la mitad que los del mundo desarrollado. Y muchos invesionistas se tentaban por venir a invertir. Hoy, el impuesto a las utilidades reinvertidas es 20% más alto que el promedio de los países desarrollados. Muchos de los que estaban tentados por venir perdieron la tentación. Otro ejemplo: la regla del juego del comercio internacional. En los 90 estábamos siempre abriéndonos en tratados de libre comercio y ahora llevamos años con el TPP11 enterrado en el Senado».

¿De quién es la responsabilidad?

«Lo que ocurrió es que se deterioró la política, y esa es la causa de nuestro problemas,, de pasar de un desarrollo que ofrecía oportunidades a un desarrollo muy mediocre que solo ofrece frustraciones».

-¿Se ha caído en el populismo?

«Más allá del mismo debate, hay un fraccionamiento y una polarización del sistema político. Hoy tenemos en la Cámara 15 grupos o partidos políticos diferentes, cada uno para su santo. En la transición estaban la Concertación y la Alianza por Chile, y ambos sabían que había que construir acuerdos. Pero cuando hay 15 grupos políticos, todos saben que no son indispinsables, dejan que el resto lo haga, y ellos piensan en su reelección».

-¿Cómo se resuelve?

«Estoy convencido de que sin una reforma política no tenemos salida»

-¿Una reforma que haga qué?

«Que los 15 grupos o partidos políticos tengan el incentivo de agruparse en grandes bloques que permitan gobernabilidad. Se hace con una reforma electoral».

-¿Está el ambiente para un reforma política de esas características?

«La pregunta que uno tiene que hacerse es cuál es la alternativa: su uno no hace nada, ya sabemos para dónde la corriente nos va a llevar. Si uno hace algo, no tiene garantizado el éxito, pero sí tiene una posibilidad».

-¿Este tema se debería incorporar en la Convención Constitucional?

«El ideal sería hacer esta reforma en la Convención, porque ahí no hay parlamentarios que estén presentándose a la reelección y no tienen un interés propio».

Dice que es clave crecer, pero en el debate político actual, en la propia Convención y en las propuestas presidenciales de oposición, está subestimado el crecimiento. Si se habla de derechos sociales.

«Coincido respecto de que el crecimiento ha pasado a un segundo plano y no tiene la importancia que debiera tener. Hoy el debate público está dominado por las ideologías, y se ha ido instalando un gran mito sobre cómo funciona la economía. Y ese gran mito mira la economía como si fuera un ejercicio de suma cero, como si la torta estuviera dada y fuera fija, y solo hay que discutir cómo se reparte. Pero la torta puede crecer o se puede enconger, y eso es clave para los empleos, salarios y recursos públicos. Ya tuvimos una larga historia de mediocridad. Entre 1950 y 1990, crecimos menos que el resto del mundo y nos mantuvimos por 40 años en el secto lugar de América Latina. En los 90, en cambio, crecimos al doble que el mundo y pasamos al primer lugar de la región».

-Mencionó el deterioro de la política. El cuatoor retiro del 10% de los fondos previsionales, ¿es ejemplo de ese deterioro?

«Se ha ido construyendo un acuerdo cada vez más amplio en que no es conviniente para el páis, y por lo tanto, espero que en esta ocasión haya más responsabilidad desde el punto de vista del Parlamento».

Programa de Boric: «Es un camino al estancamiento»

-Usted protagonizó un intercambio epistolar con Nicolás Grau por el programa de gobierno de Gabriel Boric. ¿Las propuestas de Boric son incompativles con el progreso económico que Chile necesita?

«El programa de él es una perfecta receta para ahuyentar la inversión. Estamos en un mundo donde las inversiones van de un país a otro, según la calidad de las reglas del juego. Y la propuesta que él hace es subir los impuestos a las empresas, que ya es 20% superior a los países desarrollados, poner un impuesto patriomonial, bajar la jornada laboral, cambiar el sistema de negociación colectiva, un sistema donde las empresas no pueden despedir trabajadores -aunque lo necesiten-, y por último, nos propone que el directorio de las empresas sean mitad trabajadores y mitad accionistas. O sea, a esos inversionistas que queremos atraer, les estamos diciendo que cuando inviertan en Chile, no van a poder manejar su propia inversión, ni siquiera controlar el directorio de su empresa. En simple, les decimos: usted va a poner el dinero y otros lo van a administrar.

No me imagino cómo con estas medidas podríamos salir de la mediocridad. Al contrario, la van a profundizar».

-Grau argumenta que las propuestas de Boric han sido implementadas con éxito en países desarrollados, y que el debate sobre políticas públicas debe basarse en la experiencia mundial, no en afirmaciones que generan miedo.

«No estoy haciendo afirmaciones para generar miedo, estoy dando un argumento puramente conceptual, no ideológico. No hay que se un experto, es obvio que los movimientos de capitales son sensibles a los impuestos, a las regulaciones laborales, a mantener el control sobre su inversión. Es bastante obvio lo que va a ocurrir, y el impacto que tendrán las propuestas de Boric».

-Chile en los 90 también aumentó los impuestos, fortaleció la negociación colectiva y el país creció de manera relevante. ¿Por qué ahora el impacto sería distinto?

«Porque lo clave es el punto de partida. El año 90, los impuesto a las empresas eran cercanos a 0%, se subieron los impuestos, se dejaron al 50% de los países desarollados, y se pudo recaudar mucho más, pero al mismo tiempo, no ahuyentar la inversión. Todavía el sistema tributario resultaba atractivo para la inversión. Hoy, el punto de partida es otro: ya estamos 20% por sobre los países desarrollados y si quieres seguir subiendo el impuesto, hay muchas empresas que no van a venir. Lo mismo en lo laboral. En 1990, teníamos un sistema de huelga menos protector de los trabajadores y sindicatos que el de los países desarrollados. Se hizo una reforma laboral y fue compatible con el crecimiento. Hoy estamos con una regulación de la huelga que es más protectora desde el punto de vista sindical que la de la mayor parte de los países desarrollados. El punto de partida es otro».

-De todas las propuestas de Boric, ¿cuál es la que más le preoocupa?

«Sus propuestas son un paquete explosivo pero creo que la más dañina es decirles a los inversionistas que inviertan en Chile que no van a poder controlar ni gestionar sus propios recursos, de las propias inversiones que realizan».

-¿Le asusta que Boric pueda convertirse en el próximo Presidente de Chile?

«No es un problema de susto, tampoco estoy juzgando un gobierno de Boric, porque depende de cómo implemente las medidas. Lo único que estoy diciendo es que el programa, tal como está escrito hoy, es un freno al desarrollo y a la inversión. Tal como está, es un camino al estancamiento».

-Usted es DC, ¿qué opina del programa de la candidata de su partido, Yasna Provoste?

«La verdad es que ella presentó unas ideas de su programa pocos días antes de la primaria, y ahora se va a elaborar un programa para el conjunto del bloque. Yo espero que ese programa se dé a conocer para poder estudiarlo en profundidad».

-¿Lo han convocado a participar?

«No».

-Si lo llaman, ¿estaría dispuesto?

«Siempre».

-¿Y qué opina del programa de Sichel?

«Preferiría esperar a que se consoliden las propuestas finales y luego opinar».-

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