Artículo escrito por Marcelo Justo de BBC Mundo sobre la Corporación Andina de Fomento, CAF.

No tiene las ambiciones (ni los límites) del Banco del Sur, pero crece a pasos silenciosos y agigantados desde su remoto origen en 1970.

Concebido como brazo financiero del Pacto Andino (Ecuador, Perú, Bolivia, Colombia y Venezuela), la Corporación Andina de Fomento (CAF) tiene hoy 18 naciones miembros y una cartera de préstamos que en los últimos cinco años está rozando los niveles del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

Se acabó la era del ahorro: ¿qué opciones quedan?
Entre 2009 y 2013, la CAF aprobó créditos por un promedio anual de US$10.000 millones mientras que el BID, que tiene a Estados Unidos como miembro con máximo poder de voto, lo hizo por unos US$ 12.000 millones.

Los mayores beneficiarios han sido Perú (con más de US$10.000 millones), seguido por Brasil (US$8.822 millones), Colombia (US$6.903 millones) y Argentina (US$5.540 millones), pero todas las naciones miembros han recibido préstamos para el desarrollo.

Según Theresa Paiz Fredel, directora de la división de Instituciones financieras de Fitch, una de las tres principales agencias calificadoras de riesgo del mundo, el éxito de CAF se debe a sus diferencias con el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial.

«CAF se comporta como un prestamista de última instancia que, a diferencia de otros organismos, no impone condiciones sobre los países que reciben los préstamos. Incluso países con problemas de acceso al crédito internacional pueden contar con CAF. Por eso ningún país quiere tener atrasos en los pagos y mucho menos cesación de pagos», dijo a BBC Mundo.

¿Adiós al FMI?

Fondo Monetario Internacional, Washington
En la CAF coinciden los accionistas soberanos del banco (los estados miembros) y los receptores de la mayoría de los préstamos.

Esta íntima relación se ve en el directorio del banco, conformado por los cancilleres de los 18 países miembros (16 latinoamericanos y dos minoritarios europeos, España y Portugal).

Se ve también en el destino de los préstamos. Un 80% se destina al sector público.

Según el periódico económico británico Financial Times, hoy la Corporación presta más que el Banco Mundial para proyectos de infraestructura esenciales para el desarrollo de una región tan vasta e incomunicada.

Un ejemplo es la ruta transoceánica acordada por Brasil, Perú y Bolivia con una inversión de US$810 millones que permitirá unir la costa del Atlántico con la del Pacífico.

Esta expansión de CAF, paralela al crecimiento latinoamericano desde 2002, fue apuntalada por la incorporación en 2007 de Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay (el Mercosur de la época) y Panamá.

En ese momento político, varios gobiernos regionales de centroizquierda estaban buscando vías alternativas a los organismos multilaterales y los mercados privados de capitales.

Una de esas vías era el Banco del Sur. Con su convenio constitutivo firmado en 2009 con la participación de Argentina, Brasil, Bolivia, Ecuador, Paraguay, Uruguay y Venezuela (con Chile y Perú de miembros observadores), el ministro ecuatoriano de Coordinación de Política Económica, Diego Borja, llegó a decir que era el futuro de la región y que obligaba al FMI a renovarse o desaparecer.

«Lo que Ecuador va a tener es apoyo incondicional, o sea sin cartas ‘stand-by’, sin paquetazos, sin sometimientos para créditos al desarrollo, lo cual sería realmente un avance en el Ecuador y en América Latina», afirmó.

Eclipsando al Banco del Sur

El Banco del Sur se fundó en 2009, pero se reunió por primera vez en 2013.

Cinco años más tarde, Ecuador es uno de los principales clientes del CAF y el Banco del Sur avanza a pasos de tortuga. Del capital proyectado en sus orígenes de US$20.000 millones, el Banco del Sur solo ha reunido por el momento US$7.000 millones.

Según el coordinador del Observatorio Económico de América Latina y académico de la UNAM en México, Óscar Ugarteche, esto se debe en parte a que ha sido eclipsado por la CAF.

«El proyecto del Banco del Sur obligó a CAF a ponerse las pilas porque los dos tienen un universo similar de clientes. Expandieron su membresía y sus funciones en particular después de la crisis financiera global de 2008. Sus préstamos son de usos múltiples con una tasa de interés ventajosa, equivalente al promedio de la tasa de América Latina», explicó a BBC Mundo.

Una muestra de la variedad de destino de estos préstamos es que en 2013 un 34% fue para el sistema financiero regional, un 29,9% para infraestructura, un 15% para desarrollo ambiental y social y casi un 13% para el sector productivo.
Pero las enormes necesidades de financiamiento de América Latina van más allá de lo que puede aportar un banco de desarrollo como la CAF.

Fondo de estabilización

La aspiración de fondo del Banco del Sur –sustituir al Banco Mundial y el FMI en la región– no se ha podido realizar pero, según Ugarteche, responde a necesidades genuinas.

«Necesitamos un Fondo de Estabilidad Monetaria para las volatilidades que con tanta frecuencia afectan a nuestra región, en especial con la tasa de cambio. Estos serían fondos de rápida disponibilidad y desde ya sin los condicionamientos del FMI. Uno de los temas son los montos que se necesitarían. En un artículo reciente la Cepal calcula que un fondo así necesitaría unos US$10.000 millones. Yo creo que en realidad la cifra ronda los US$100.000 millones», explicó.

Estos fondos evitarían el contagio regional, como sucedió con la crisis del Tequila o el efecto Caipiriña en la década de 1990 o las turbulencias que causaron en varias naciones latinoamericanas los vaivenes del programa monetario estadounidense el año pasado.

¿Puede con el tiempo la CAF cumplir esa función?
«La CAF es un banco regional. No tiene ni tendrá la capacidad del FMI en términos de capital para llegar a ese nivel. Una posibilidad es que combinara su potencial con lo que salga del Banco del Sur, es decir, que haya complementariedad, pero será bastante difícil de lograr. Por el momento el futuro de la CAF es consolidar su situación. Más de lo mismo. Ha dado muy buen resultado», puntualiza Fredel.

Por el momento América Latina tendrá que combinar los recursos existentes y apostar a su maximización.

Un Fondo de Estabilización al estilo del que tiene Asia tendrá que esperar.

Fuente: BBC Mundo

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