Edición Especial 120 años de El Mercurio
Periodista Nicolás Durante, Economía y Negocios

Los exminitros de hacienda Felipe Larraín, Rodrigo Valdés y Manuel Marfán analizan dos discusiones que se están dando en medio de la pandemia y que se prodizarán una vez superada la crisis sanitaria: cuál debe ser el rol del estado y hacia dónde llevar el nivel de deuda del país.


Si en octubre del 2019 con el estallido social mediante, el rol del Estado de Chile ya era un tema a revisar, hoy con el coronavirus a cuestas el debate se acentúa. La crisis develó que se requiere de un Estado más fuerte, plantean algunos; uno transformado y más moderno, dicen otros, o con el mercado bogando por sí mismo una vez que la crisis sanitaria inicial amaine.

El asunto genera debate entre economistas y políticos. Si en décadas pasadas la discusión en el mundo era si los países optaban por el modelo de John Maynard Keynes, con un Estado más fuerte y aplicando política fiscal potente – particularmente en períodos de crisis -, o el modelo del economista Milton Friedman, centrado en el valor del mercado para resolver problemas, de gran influencia en el Chile de los años 80, hoy el debate pareciera ser otro y está en la escala de los grises.

«Es evidente que una de las lecciones de la pandemia es que nosotros necesitamos tener un Estado más efectivo. Las protestas de octubre llevaron a una discusión aún inconclusa sobre el tamaño del Estado, sus roles distributivos y como proveedor de servicios, así también sobre cómo hacer para garantizar derechos, lo que incluye salud y seguridad social. Creo que la pandemia puso el aspecto de efectividad del Estado mucho más al centro en esa discusión. La idea de que es posible tener una comunidad que funcione, con un Estado mínimo, creo que tendrá poca defensa. La preguta diícil, sin embargo, es cómo hacemos para que ese nuevo Estado garantice el bien común», plantea Rodrigo Valdés, profesor de la Escuela de Gobierno de la Universidad Católica y exministro de Hacienda en el gobierno de Michelle Bachelet.

Felipe Larraín, investigador de Clapes UC y exministro de Hacienda de los gobiernos de Sebatián Piñera, plantea que el Estado tiene un rol insustituible en el desarrollo económico, principalmente a través de las políticas públicas, que se traducen en iniciativas legales y de gestión, especialmente en estas circunstancias en tiempos de crisis. «El Estado debe regular, promover la competencia, y también generar las condiciones para que se despliegue la iniciativa privada, que es la clave para generar buenos empleos, mejores salarios y más bienestar para las personas», afirma.

«Las medidas económicas adoptadas en Chile y el resto del mundo debieran ser desmanteladas cuando pase la peste. Los elevados recursos públicos involucrados pueden sostenerse durante un tiempo limitado».

Manuel marfán

Eso sí, también es claro en que en esta pandemia ha requerido un rol mucho más activo de la política fiscal, no solo en Chile, sino que en el mundo. «En tiempos en que la actividad privada, el empleo y los ingresos de las personas caen en forma bastante dramática, se requiere una fuerte expansión iscal; estos son tiempos de Keynes, aunque en un sentido más amplio que aumentar el gasto público. Hablamos de una política económico-social que provea liquidez, garantías, seguro de censantía y otros apoyos. Pero cuando la actividad de los privados crece fuerte, es tiempo de moderar el estímulo fiscal, como se hizo en Chile en 2018. Necesitamos un mejor Estado, no necesariamente uno más grande. Por eso, debemos insistir en la urgencia de modernizar el Estado como se ha estado haciendo desde inicios del gobierno del Presidente Piñera. La pandemia resaltó que el Estado tiene aún muchas falencias y que debemos apurar el paso», añade el exministro.

Otra opinión sobre el rol del Estado plantea Manuel Marfán, exvicepresidente del Banco Central y actual director ejecutivo del programa Cieplan-U. Talca. «Más allá del coronavirus, el concepto del rol del Estado en Chile es uno que en el mundo desarrollado no existe. Como dice Mariana Mazzucato, reconociada economista y académica de la University College London, «no hay que hacer lo que Estados Unidos dice, sino qlo que el Estados Unidos hace». Esto es, el Estado de las economías desarrolladas es un actor que interviene desembozadamente en el desarrollo económico moderno. Solo baste recordar que la internet, el GPS y la pantalla táctil, entre muchos otros, son desarrollados tecnológicos de las industria militar».

En otro plano, agrega el también exministro de Hacienda del gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle, el fracaso de la empresa danesa Maersk para fabricar contenedores en Chile y que terminó retirando su inversión en 2018 fue – dice Marfán – una falla del Estado. «En los países desarrollados, el Estado es el principal agente para construir confianzas para iniciativas que requieren la coordinación de empresas de diferentes sectores, como las cadenas de valor. El Estado moderno es también un agente clave para que las universidades (las dueñas del conocimiento en la sociedad del conocimiento) se involucren activamente en el apoyo a la innovación productiva. La partipación activa del Estado moderno de la economía no es en contra del sector privado, sino con el sector privado. Eso no existe en Chile».

Eso sí, el economista Rodrigo Valdéz también recuerda que Chile ya optó por ser una economía abierta. «Nuestra vocación de ser una economía abierta, con una macroeconomía ordenada, no cambiará fundamentalmente. Pero enfrentaremos un mundo más complejo. Probablemente, habrá retrocesos en el proceso de globalización y con seguridad tendremos de herencia bastante endeudamiento. Hay áreas que eran promisorias, como el turismo, que deberán repensarse. Talvez el teletrabaho nos permita usar bastente menos espacio de oficinas y ahorrar en desplazamientos; bastarí un día a la semana para hacer un cambio grande. Ha mucho para pensar», recalca.

Endeudarse y gasta ahora o después

Una de las grandes discusiones en desarrollo, y que tienen que ver con el tamaño del Estado, es el nivel de endeudamiento actual y cómo evolucionará esa curva entre el gasto para superar la emergencia inmediata y la posterior recuperación que vendrá, sobre todo si el nivel de deuda del fisco va acercándose raudamente hacia el 40%, número no visto en los últimos 30 años. Y ahí, el rol del Estado vuelver a estar en entrevero.

Manuel Marfán plantea que el coronavirus debe representar una situación transitoria en términos de gasto. «En principio las medidas económicas adptadas en Chile y el resto del mundo deberan ser desmanteladas cuando pase la peste. Los elevados recursos púbicos involucrados pueden sostenerse durante un tiempo limitado. Prologarlos más allá de lo necesario implicaría una trayectoria explosiva de la deuda pública. Dicho esto, algunos economistas, como el premio Nobel Robert Shiller, entre otros, han señado que la protección del ingreso familia es una innovación interesante de esta coyuntura que merece ser estudiada. Pero se trata de una medida cara que debe competir por el uso de recursos públicos con otras necesidades del Estado», estima.

Felipe Larraín acota que no es prudente usar todas las balas ahora, proque esta batalla puede ser larga. «El Gobierno ha podido gastar más y endeudarse más porque parte de una situación fiscal muy sólida, que se ha construido con esfuerzo a través de varios gobiernos. Esto ha significado entregar alivios tributarios, ayudas de ingresos y bienes a los más vulnerables, garantías y capitalizaciones a empresas públicas. Luego de la convulsión social y del covid-19, el Gobierno ha acelerado el paso. Esto corresponde hacerse porque la crisis es profunda y está golpeado a los chilenos, pero hay que estar consciente de que la mayor deuda no es gratis, tiene un costo, y si queremos mantener condiciones de acceso favorable a los mercados para poder usarlas en alguna necesidad futura, debe actuarse con responsabilidad».

Tal como una familia – agrega Larraín- «no querría usar todos sus ahorros y capacidad de endeudamiento en algún momento, por difícil que fuera, porque debe pensar también en el futuro. Por eso, es el momento de pensar cómo incrementar el crecimiento, que es la capacidad de generar ingresos futuros. Y es necesario guardar espacio fiscal para un plan de reactivación que permita recuperar nuestra capacidad de crecer».

Valdés advierte: «La discusión de que si podemos gastar US$100 millones adicionales este mes, o el tira y afloja del ministro de Hacienda en el Congreso en cada proyecto, no dan para más. La realidad es que tenemos espacio para gastar más. ¡Las tasas a 10 años son UF+0%! Pero no esperan años duros más adelante desde el punto de vista fiscal, por razones distintas a los gastos de la pandemia ¿Qué hacer? Reconocer este desafío y acordar un marco fiscal de mediano plazo. Como adultos».

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