Autor: Alejandro Foxley
Fuente: La Tercera

Han pasado cinco años desde que Chile se convirtió en el primer país de Sudamérica en pertenecer a la OCDE, organización que incluye a 34 de las economías más desarrolladas del mundo. Esa incorporación nos ha permitido aprender lecciones sobre las mejores prácticas de estos países para dar el salto al desarrollo inclusivo y evitar la trampa de los países de ingreso medio.

La organización ha puesto a nuestra disposición su acervo de conocimientos y experiencias prácticas en políticas públicas para ayudar a orientar nuestras políticas en materias tales como educación, empleo, ciencia y tecnología, gobiernos corporativos, entre otras. Cuánto utilicemos de estas experiencias depende de nosotros, especialmente porque la OCDE puede aportar sus conocimientos sin estar comprometida con el debate interno.

De hecho, Chile ha utilizado la OCDE como fuente de información y de recomendaciones para políticas públicas en diversos ámbitos. Y es importante destacar que la OCDE hizo un aporte fundamental en la creación del Departamento de Evaluación de la Ley de la Cámara de Diputados. Esta actividad marcó un hito en la propia Organización ya que fue la primera vez que ésta trabajó directamente con el Poder Legislativo de uno de sus países miembros. Actualmente está utilizando esta experiencia con otros miembros.

Con actividades de este tipo estamos cumpliendo con uno de los objetivos que tiene la OCDE: que sus miembros aporten experiencias para beneficio del resto de sus pares.

El balance para Chile de estos cinco años en la OCDE ha sido notablemente positivo. En el contexto del amplio rango de reformas actualmente en discusión en nuestro país, vale la pena prestar especial atención a la sabiduría acumulada por los países de la OCDE respecto de los enfoques de reformas que -en su experiencia- han tenido resultados exitosos y aquellos que no han producido los resultados esperados.

Desde otro punto de vista, Chile ha contribuido al acercamiento de la OCDE hacia América Latina con iniciativas como la convocatoria periódica, en conjunto con España y México, a un diálogo entre las embajadas latinoamericanas en París y el Secretariado de la Organización. Chile, como miembro del Consejo de la OCDE, apoyó y empujó la invitación hecha en 2013 a Colombia y Costa Rica para iniciar el proceso de su ingreso como nuevos miembros.

Gradualmente, los países de la región están viendo en la OCDE una institución única que les permite evaluarse con rigor, les proporciona recomendaciones de mejores prácticas para superar las deficiencias de su nivel de desarrollo y les permite un intercambio con sus pares de aquellos países que pudieron instalarse en décadas pasadas como economías avanzadas. Es así como Perú está iniciando un programa de reformas de acuerdo a las recomendaciones de la OCDE. 

Ser parte de la OCDE nos impone desafíos como mejorar la calidad y la equidad de la educación, aumentar la productividad, mejorar la competencia económica y los procesos regulatorios, introducir cambios en el empleo, potenciar la participación de las mujeres en el mercado laboral y fortalecer la innovación, entre otros. Tareas muy complejas en las que las experiencias de los países que transitaron exitosamente desde su condición de economías de ingreso medio a economías avanzadas, serán extremadamente relevantes para la etapa que vive nuestro país.

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