Cree que el sistema político en Chile está más consolidado que en el resto de América Latina, pero se muestra preocupado por la polarización de la política. Asimismo, llama a aunar esfuerzos en torno a lograr un gran acuerdo social.

Ministro, senador, presidente de su partido, canciller, tras ocupar los más altos cargos, decidió dejar la política activa y volver al inicio, donde este economista había comenzado hace unos 40 años: Cieplan, el centro de estudios que formaron primero al alero de la UC y posteriormente desde la oposición a Pinochet -«cuando nadie leía lo que escribíamos», comenta riendo- que se convirtió en cantera de las ideas que luego instalaron los gobiernos de la Concertación, y en el semillero de sus principales autoridades. Cinco de los cuatro ministros de Hacienda concertacionistas salieron de aquí.

Allí lo buscó Michelle Bachelet para convertirlo en su canciller, allí también volvió terminada esa misión para reabrir su capítulo en el mundo de las ideas, donde Alejandro Foxley quiere dejar su huella. Por sus múltiples investigaciones, hoy se mueve entre Santiago y Washington; entre seminarios internacionales como uno reciente en Singapur o el de la semana pasada en Buenos Aires, donde en menos de tres días vivió el apagón, el caos de una torrencial tormenta y la enorme protesta ciudadana contra la señora K.

Foxley ha concentrado su energía en generar nuevas redes, una nueva camada -que integran Alejandro Micco, Alberto Arenas, Gonzalo Rivas, Francisco Díaz, por nombrar algunos de sus investigadores- que influya en las decisiones clave que Chile necesita para el largo plazo. De eso trata su último libro, «La trampa del ingreso medio», el que dedicó a su gran amigo, Edgardo Boeninger, junto al que instalaron la famosa política de los acuerdos en tiempos de Aylwin. 

El ex presidente DC cree que es momento de volver a ellos y ve con intranquilidad la creciente polarización política que impide avanzar en los temas pendientes. «Chile puede ser un gran país en 15 años, pero si seguimos en este deterioro político, intranquilidad social e incapacidad de innovar más en la economía, caeremos en la ‘trampa del ingreso medio’ y seremos otro ejemplo más en América Latina», sostiene.

-¿A qué se refiere con la «trampa del ingreso medio»?

-Es un concepto relativamente nuevo que hoy está en el centro de la discusión en instituciones como el Banco Mundial. Incluso en China, hay una gran preocupación por no caer en la «trampa del ingreso medio», que consiste en que economías que lo han estado haciendo muy bien, desaceleran su crecimiento al pasar cierto umbral y comienzan a tener otro tipo de problemas que frenan su desarrollo.

-En el caso de Latinoamérica y Chile, puede ocurrir por el riesgo de quedarse entrampados en una estructura de exportación basada en los recursos naturales, de ser víctimas del propio éxito cuando al recibir importantes entradas de capital que generan una caída del tipo de cambio y un debilitamiento del sector exportador, que es el que genera empleos de buena calidad. Esto además produce una expansión rápida del crédito interno que financia fuertes aumentos del consumo y de actividades como la construcción, generando eventualmente burbujas inmobiliarias como ocurrió en España, Irlanda y Grecia.

-Dónde está Chile hoy, ¿a medio camino o más cerca de la recta final del desarrollo?

-Chile está en el ingreso medio alto, realmente cerca de convertirse en avanzado, ha reducido en forma significativa la pobreza, su sistema político está más consolidado que la mayoría de América Latina, pero es la parte más difícil en el camino a convertirse en economía avanzada y obliga a hacer las cosas mejor que antes.
»Heredar un país inestable, lleno de conflictos y polarizado políticamente no es un buen punto de partida para ningún gobierno».
-¿Qué riesgos podrían impedir eso?

-Hay desafíos que enfrentar con urgencia como la autocomplacencia y anticiparse a lo que son los primeros síntomas de una «burbuja» por exceso de crecimiento de la demanda interna, especialmente en el sector inmobiliario.

-También se requiere ser mucho más activo para que el tipo de cambio sea favorable no sólo a los sectores exportadores tradicionales sino a los nuevos; mejorar la calidad de la educación, es decir, enseñar a pensar, a resolver problemas, a inventar. Requerimos asegurar competitividad para garantizar empleos de calidad a quienes están en la educación superior. El desafío es agregar más valor a las exportaciones formando parte de cadenas productivas, lo que supone integrar las economías latinoamericanas desde las empresas como lo hacen los países del Este de Asia.

-Un área clave en este sentido es energía. Tenemos que alcanzar un acuerdo de integración energética en América del Sur, que permita contar con fuentes de abastecimientos de gas, energía eléctrica y petróleo. Chile debe flexibilizar la normativa para que se lleven a cabo los proyectos energéticos, desarrollar la energía hidroeléctrica porque representa una ventaja comparativa y tenemos la capacidad para hacerlo cautelando el impacto ambiental y social. 
Hidroaysén tiene que desarrollarse.

-¿Por qué cree que hay una «burbuja»? Autoridades y el sector inmobiliario lo niegan…

-Concuerdo mucho con lo que dijo Sebastián Edwards; las burbujas no se reconocen hasta que revientan. ¿Quien tiene incentivo a parar de construir cuando todo se vende? Hasta que se deja de vender. En el libro seguí detalladamente la experiencia de Grecia, España, Portugal e Irlanda, es impresionante como el mismo patrón se repite: tasa de interés baja, créditos abundantes, regulación insuficiente y expectativas de un crecimiento indefinido.

-No digo que esto ya esté ocurriendo en Chile, hay algunos síntomas superficiales, sólo pongo una luz de alerta.

-Dice que Hidroaysén tiene que desarrollarse, pero es tan resistido que un precandidato lo dio por muerto. ¿Cómo generar un acuerdo transversal que sea capaz de enfrentar su rechazo en la calle?
» Chile debe flexibilizar la normativa para que se lleven a cabo los proyectos energéticos, desarrollar la energía hidroeléctrica porque representa una ventaja comparativa y tenemos la capacidad para hacerlo cautelando el impacto ambiental y social. HidroAysén tiene que desarrollarse».
-Hay una incapacidad del sistema político para tomar decisiones en el tiempo requerido. En nuestro país estamos en presencia de una política cada vez más confrontacional. En Singapur conversé con un diputado japonés, me explicó que uno de los problemas de Japón -cuyo crecimiento está estancado hace varios años- es la parálisis política por la alta confrontación de los 2 principales partidos, lo que impide concretar las reformas que se requieren. Estados Unidos vive algo similar, donde la alta conflictividad entre republicanos y demócratas impide sacar reformas en el Congreso.

-¿Ve eso posible en el escenario político actual, luego de la polarización que mostró la última elección? 

-Efectivamente hay un escenario más polarizado y si continuamos en esta tendencia tendremos problemas serios para mantener tasas de crecimiento, estabilidad y evitar protestas sociales masivas.

-Se requiere de un sistema político más amplio, donde participen más sectores que presionen para resolver los problemas más rápidamente a través de consensos, acuerdos y no de conflictos. La evidencia muestra que ninguna de las coaliciones está sobre el 20% de aprobación y la evaluación de instituciones como el Congreso también es baja. El gran desafío del próximo gobierno será crear condiciones para generar un gran acuerdo social restableciendo un diálogo básico no sólo con quien sea su oposición, también con el sector privado y el mundo social, en el gobierno de Aylwin fue clarísimo.

«Es perfectamente posible pensar en una AFP o isapre pública»

-Chile ha centrado sus políticas sociales en reducir la pobreza, ¿qué espacio hay para abordar las necesidades de esa emergente clase media?

-El espacio hay que crearlo. Hay un avance en la última reforma tributaria, la que permite recaudar US$ 1.000 millones destinados a la educación. Sin embargo, no es suficiente para crear una red de protección a la clase media emergente que cómo puede enfrentar, con un sueldo promedio de $ 600 mil, una enfermedad grave, la educación superior de sus hijos, un desempleo prolongado… 
Requerimos recaudar más recursos para enfrentar el escenario indicado.

-Pero este gobierno acaba de realizar una reforma tributaria que costó mucho aprobar, ¿cree bueno reabrir este tema tan pronto?

-Es un paso importante, algo más de US$ 1.000 millones que van a educación, pero si uno se plantea ambiciosamente mejoras adicionales, es posible que el Estado tenga que poner más recursos para becas de educación superior, mejorar la cobertura pública de salud.

-Al seguir subiendo sistemáticamente los impuestos, ¿no se afectará el crecimiento que ha sido el gran motor de movilidad social en Chile?
» El gran desafío del próximo gobierno será crear condiciones para generar un gran acuerdo social restableciendo un diálogo básico no sólo con
quien sea su oposición, también con el sector privado y el mundo social».
-Hay que ser cuidadosos y no hacerlo de golpe, pero en términos comparativos el nivel per cápita chileno de US$ 18.000 es, en términos tributarios, aún menor a 2 puntos del PIB. La gente entenderá que si queremos una economía avanzada y al mismo tiempo un país estable en lo político y social, hay que dar más seguridad a las familias de clase media que hoy se sienten muy inseguras. Un estudio de la OCDE señala que un tercio de la clase media puede caer bajo la línea de pobreza ante un shock familiar.

-En el gobierno de Aylwin hasta los empresarios apoyaron una reforma tributaria, porque entendieron que ganaban en estabilidad y al final del periodo, hubo un record de inversión privada. Ahora tenemos que persuadir no sólo a la gente de la Concertación, también a la que se siente representada por la derecha para lograr otros 20 años de estabilidad a través de un nuevo pacto social.

-¿Coincide con sectores de la oposición que ven en un «giro a la izquierda» la respuesta a esas expectativas?

-Sería un error serio radicalizar el sistema político hacia la izquierda. La creación de un frente de izquierda, como alguien lo planteó, invita a un frente de derecha y a una política polarizada como la que vivimos en el pasado y que produjo consecuencias desastrosas. Este país de futuro requiere que la gente sienta que avanzamos con mayor unidad en un movimiento político más hacia el centro para que todos los independientes, incluso de derecha, se sientan convocados aunque el próximo gobierno sea de centro izquierda, como creo que será.

-El próximo gobierno tiene que recuperar un enfoque que no ha existido estos últimos años, de más incorporación de todos los sectores.

-¿Puede enmendarse eso aprovechando el nuevo clima generado en la oposición tras las elecciones, que le dieron unidad y expectativas de recuperar el poder?

-Espero que ocurra, porque le conviene al país y a quienes gobiernen en una próxima etapa. Heredar un país inestable, lleno de conflictos y polarizado políticamente no es un buen punto de partida para ningún gobierno, que si consigue un mandato social amplio tiene que incorporar en un diálogo creíble a los sectores que no lo votaron.

-La ciudadanía necesita algunos signos de que el mundo político se acerca más a sus expectativas, eso supone hacer algunas reformas políticas e instalar mecanismos permanentes de consulta, al estilo de lo que hizo la ex Presidenta Bachelet con la reforma previsional y la comisión Meller. Una gran cantidad de gente quiere que vuelva para continuar la obra de su gobierno, un aspecto es precisamente extender la red de protección.

-¿Cuál es el límite entre extenderla y caer en el sistencialismo, que inhibe la iniciativa individual y el emprendimiento?

-Buen punto, hay dos posibles reacciones frente al descontento, uno es el asistencialismo a través de beneficios directos, bonos. El otro camino es justamente atacar el tema de fondo invirtiendo desde los primeros meses para aumentar la capacidad de las nuevas generaciones de tener un buen empleo, y lo segundo es generar buenos empleos donde aún hay mucho por hacer. Una inversión en capital humano diferenciaría una visión certera de largo plazo para el Chile de 25 años, de una asistencialista.

-Chile ha hecho importantes reformas para mejorar su red de protección, ¿qué sigue faltando?

-Falta llegar a una cobertura universal y de calidad para los niños desde los primeros meses de vida, a través del cuidado infantil y la estimulación temprana.

También avanzar en la cobertura del seguro de desempleo, que está subutilizado y tiene un exceso de fondos acumulados. La cobertura en Chile está en torno al 20% mientras en Europa se alza sobre el 70%.

-Hay que reducir el costo de los servicios ofrecidos por privados, aumentar la competencia y, cuando sea necesario, que haya provisión pública. Es perfectamente posible pensar en una AFP o ISAPRE pública, aunque Fonasa algo está haciendo al respecto. También se requiere hacer un esfuerzo mucho mayor para superar la inseguridad causada por el crimen, la violencia y el tráfico de drogas.

Fuente: El Mercurio


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