El objetivo de este artículo es revisar, a la luz de esta analogía ciclística, las principales características que poseen países que recientemente han logrado convertirse en desarrollados y la forma en que los países latinoamericanos pueden aspirar a lograrlo. El argumento central de este capítulo es que más de lo mismo, es decir, mantener ordenadas las cuentas macroeconómicas y buscar, mediante políticas neutrales y agregadas, darle mayor ritmo y velocidad a la bicicleta, no es suficiente.

Buscar una estrategia hacia el desarrollo basada en forma exclusiva en la “transpiración” –esto es, elevar las tasas de ahorro y de inversión o bajar las volatilidades macroeconómicas, por mencionar solo algunas– representa una condición necesaria, aunque no suficiente, para conseguir alcanzar al grupo de países desarrollados que nos antecede.

Se plantea que la “inspiración” también juega un rol fundamental en esa estrategia. La incorporación de mayor conocimiento en las actividades económicas, la búsqueda de mejores prácticas productivas, como también las oportunidades que la innovación –en su sentido más amplio– ofrece a través de las mejoras de productos, de gestión, de servicios, de logística y transporte, pueden –y así lo revela la evidencia– afectar la tasa a la cual los países crecen

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