Por César Barros Economista
La Tercera – Opinión

La tentación de escribir sobre el 10% es alta. Pero me imagino que los lectores ya están saturados de leer sobre el asalto a los fondos previsionales. En cambio, voy a “desasnar” a quienes afirman que las exportaciones chilenas son puros commodities, sin valor agregado, sin sofisticación.

En primer lugar, confunden valor agregado con precio final. El valor agregado es el valor de un bien o servicio, menos el valor de sus insumos intermedios. Un auto salido de una “maquiladora” puede tener un alto valor, pero su valor agregado será muy pequeño. En Chile en los ’60 y parte de los ’70 se fabricaron en Arica autos y televisores, cuyo valor agregado ¡era negativo!, o sea, el valor de las partes importadas valía más que el producto final. Sin embargo, genios cepalianos y de otros pelajes se enorgullecían de nuestras maquiladoras, protegidas por un sistema arancelario perverso. También parecen desconocer la ley de las ventajas comparativas, donde lo lógico es producir aquellos bienes y servicios donde el país es comparativamente más eficiente.

Patricio Meller -gran profesor, y ningún friedmanita- publicó recientemente un libro (“Cuando la fruta es más que solo fruta”, Cieplan/ U. de Talca), que desmiente todos los engaños creados por opinólogos chilenos y extranjeros, sobre el rubro exportador frutícola chileno. En forma indesmentible, demuestra que en este rubro la canasta exportadora es muy distinta a la de décadas atrás. Hace años se exportaban solo manzanas y uvas. Hoy se exportan más de 20 variedades, y en seis de ellas somos top 3. Después, la fruta llega a la mesa de los consumidores del mundo entre 15 y 20 días de sacada del árbol, gracias a una compleja logística.

Las cerezas, arándanos y el vino embotellado deben competir con productores de Europa y California, mano a mano. Sus patrones plantados vienen de clones producidos con la más alta tecnología, al igual que sus injertos. Y su valor agregado es muy alto. En la industria maderera ocurre algo similar: clones de árboles escogidos que crecen sin nudos, y permiten exportar finger joints usados en construcción de alta calidad: nuevamente, un alto valor agregado. Y los salmones son agricultores del mar, de altísima tecnología, y que junto a Noruega somos la industria acuícola más grande del mundo. Puro valor agregado.

Y no es que Chile exporte fruta, madera y minería por ser un país primitivo, como alguien deslizó. Miren las exportaciones de Canadá: oro, madera, mineral de hierro y granos. Y Nueva Zelanda: lácteos, madera en bruto, carne bovina y frutas. Vamos a Australia: carbón, mineral de hierro, oro, petróleo, cobre, carne y lana de ovejas. Y el paradigma socialdemócrata, Finlandia: petróleo, celulosa, madera de coníferas, papeles y cartones. Todos estos países usan a su favor -y sin ninguna vergüenza- sus ventajas comparativas, maximizando su valor agregado.

No caigamos en los errores de antes. Usemos nuestras ventajas comparativas, y no olvidemos que es en los recursos tierra, agua, clima y geografía donde está el mayor valor agregado de nuestras exportaciones, tal como en los países antes nombrados, orgullosos de ser agricultores, ganaderos y mineros.

Fuente: https://www.latercera.com/opinion/noticia/la-verdad-de-nuestras-exportaciones/XNZNTKI3AJG4FB35NBVXRGF6AU/

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